Gustavo José Pérez Chirinos, de 33 años de edad, se puso el revólver a la altura de la sien y apretó el gatillo. Lo hizo en la misma habitación donde minutos antes le había disparado a su expareja, Franyely Pastora Medina Galíndez, de 36 años. Sucedió, ayer. Es el segundo homicidio suicidio sucedido en Iribarren, en 2017.
Pérez o El Gordo, como lo llamaban los amigos, organizó el sábado una reunión en la casa que compartía con sus padres, en la carrera 4 entre calles 17 y 18 de Barrio Unión. Era un día para compartir con sus hijos, una nena de 3 años y un varón de 10. Para divertirlos llenó una piscina portátil y allí estuvieron buena parte de día. Pero en las primeras horas de la mañana de este domingo, el ánimo, al parecer, se alteró. El hombre y la mujer discutieron.
Por un golpe que tenía Medina en la frente se presume que Pérez la golpeó con el arma de fuego para dominarla y después le disparó. Cometido el crimen se apuntó en la cabeza y, aunque el padre le suplicaba que no lo hiciera, se suicidó. La escena, se comentó entre los vecinos, al parecer, también la presenció el hijo mayor de la pareja.
Relación dañina
Allegados de los fallecidos y vecinos de Barrio Unión coincidían en que Pérez y Medina habían tenido una relación sentimental opacada por discusiones frecuentes. Agotada de la situación ella decidió ponerle fin al vínculo amoroso que la mantenía unida a El Gordo, en diciembre del año pasado.
Desde entonces, el hombre, observaron los residentes de la zona donde tenía domicilio Pérez, se había hecho consumidor constante de bebidas alcohólicas. “Estaba despechado”, mencionaron algunas de las personas.
El autor del feminicidio, dijo una allegada, era conocido como un practicante de la brujería. De ese oficio recibía los ingresos económicos.
Entre susurros hubo quienes le atribuyeron el suceso, que deja huérfanos a dos niños, a la malignidad del demonio.
La conducta de El Gordo, presuntamente, era agresiva, a veces tanto con sus familiares como con la madre de sus hijos.
La progenitora de Medina, cuando llegó al sitio del hecho, gritaba palabras peyorativas contra el exesposo de su hija. Lo llamaba “lacra” y repetía que se quedaría con la custodia de los pequeños.
Medina era abogada y trabajaba en el Ministerio del Ambiente.
Este es el segundo homicidio suicidio ocurrido este año en Barquisimeto.
En marzo, en la comunidad de Santa Rosalía encontraron muerta a una pareja. El hombre después de matar a la mujer se ahorcó.