En esta ocasión, traemos para ustedes una postal, donde escribimos sobre la historia y trabajo de un hombre con el arte a flor de piel, que juega con la luz a través de su lente, que respira al ritmo de la música clásica y que se mueve por cada rincón de Barquisimeto enmarcándolos en delicados movimientos de ballet
Creció en pleno centro de nuestra ciudad, para ser más exactos cerquita del Cine Rialto, proveniente de una familia que llegó hace muchos años desde Portugal para cobijarse en la tranquilidad de nuestros atardeceres y aunque entre ellos no había ningún músico profesional, siempre estuvo rodeado de los sonidos de la guitarra o del cuatro; era un niño muy sereno que se entretenía haciendo percusiones con las palmas de sus manos, sin embargo, gracias a unos primos que, según nos cuenta , eran músicos autodidactas se vio influenciado y posteriormente involucrando en el mundo musical.
Así, llegó a estudiar cuatro años de piano y hasta el séptimo semestre de teatro, pero por alguna razón el tiempo lo condujo hacia un lado totalmente diferente y terminó graduándose de abogado, su nombre es Alejandro Coutinho y tras ejercer cinco años de derecho civil, decidió convertirse en toda una revelación de la fotografía, destacándose en el estilo de calle, paisajismo y de retrato.
Nos cuenta que su mayor profesión es ser padre de dos niños, Andrés Arturo e Ivana Victoria de 14 y siete años de edad respectivamente, el niño heredó su gusto musical y toca la batería, mientras que la pequeña practica ballet clásico; no obstante, ambos se unen a su padre cuando de fotografías se trata y forman un equipo de trabajo “Mi hija ya sabe como encender un flash y como poner un rebotador, y mi hijo tiene un ojo extraordinario, de hecho, sabe operar muy bien la cámara”.
Pero por si fuera poco, también existen dos integrantes, bastante particulares, en su núcleo familiar sus nombres son “Mazinger y Drago” dos huskies siberianos que más de una vez han hecho gala ante su lente “Mazinger es el más obediente y de temperamento tranquilo, mientras que Drago, por ser cachorro, se la pasa jugando y aullando todo el tiempo (risas)”. Con buena compañía y pasión por su trabajo Alejandro conversó con nosotros un buen rato para contarnos ese proceso de cambio entre las leyes y la fotografía y los proyectos en los que se encuentra trabajando.
El descubrimiento
¿Cómo un abogado deja el ejercicio de su profesión y todo lo que con lleva para dedicarse a la fotografía? Es la pregunta más común en este caso y es que, aunque parecieran cosas opuestas, la pasión que Alejandro le imprime a lo que hace crea el equilibrio perfecto.
“Comencé a estudiar derecho a los 27 años de edad y durante cinco años lo ejercí con mucha pasión, hasta que un día llegó una cámara a mis manos y al ver, por esa ventanita, como el mundo que se abría ante mi ojo, me quedé enamorado”. De esta manera, nos describe como comienza un proceso de aproximadamente un año en el que, a pesar de no tener una cámara propia, pidió una prestada para descubrir con practica hasta donde podía llegar este arte; entre sus anécdotas, destaca que, muchas veces, mientras escribía informes para el bufete donde trabajaba se tomaba una pausa para investigar y saciar sus ganas de información a cerca de la fotografía aplicando, en el mismo momento, cada cosa que leía para poder seguir tranquilo con su labor.
“Tuve prestada la cámara durante una semana y le tomé como mil fotos a mis hijos, a las flores, a todo lo que veía, hasta que con empeño y trabajo pude obtener una propia pero todo era por hobby y nada más…” nos cuenta.
Hasta que decidió darle un poco más de seriedad y se inscribió en la escuela de fotografía y cinematografía de Barquisimeto, “fue así como cuando te enamoras y sientes que quieres estar con tu pareja sin apartarte de ella, bueno así me pasó con la fotografía”, al encontrarse en esa situación, fue delegando, poco a poco, sus tareas como abogado contando de manera positiva con el apoyo de de cada uno de sus compañeros.
“Llegó un momento en el que me sentía muy cómodo haciendo fotos, al punto que cuando había algo que me lo prohibía me hacía sentir mal y así fue como decidí que lo que me hace sentir feliz es estar con mi cámara y hacer fotos”.
A pesar de los comentarios poco optimistas de mucha personas, ante la decisión de Alejandro de convertirse en fotógrafo profesional, nuestro entrevistado no decayó en seguir lo que su corazón le dictaba, pues considera que esta es su forma de conectarse con el aquí y el ahora y sin importar la edad, el tiempo y mucho menos el qué dirán se embarcó en sus propios proyectos.
Postales de Barquisimeto
Incorporándose más en las prácticas de ballet de su pequeña, fue conociendo a fondo el arduo trabajo físico y mental que tiene una bailarina, lo que lo llevó a enamorarse de este arte. Decidido a hacer algo diferente, combinó esa admiración con su pasión para crear “postales de Barquisimeto”, serie de fotografías que, bajo su lente, nos hace recorrer la ciudad crepuscular, al tiempo que sublimes cuerpos de jóvenes bailarinas la embellecen.
“Sentía la necesidad de hacer algo que nos hiciera reconocernos y reencontrarnos con la ciudad, con nuestra historia, con esos lugares que muchos jóvenes no conocen. De allí nace este tributo”, cuando le preguntamos si en algún momento pensó combinar esta idea con otras prácticas como el deporte o la música, nos afirmó que piensa hacerlo a futuro, adelantándonos que ya existen planes con la selección de nado sincronizado del estado.
Aunque este proyecto comenzó como una idea personal, en el proceso comenzó a recibir apoyo de la profesora y los padres de las jóvenes, “ellos siempre me acompañan en las sesiones y se involucran muchísimo en el trabajo”. Pero no todo fue tan fácil, luego de realizar las primeras fotografías, se encontró con una de las criticas más calificadas en el tema, la profesora Luisa Suarez, quien de manera metódica evaluó la técnica ejecutada en cada una de las graficas, “entendí que yo también debía aprender de ballet, lo que me llevó a presenciar muchas clases en las que veía como debían ir los pies, las manos, el cuerpo e incluso aprender los nombres de los pasos”.
Ahora, el margen de error ha disminuido tanto que si promedia la cantidad de fotos que debe hacer para obtener la ideal, indica que son aproximadamente tres por cada movimiento.
Belleza Anti-natura
Hace poco, Alejandro inauguró su exposición fotográfica con 50 muestras, de las cuales 40 pertenecen a postales de Barquisimeto, en la Galería «Ramón Díaz Lugo» del Antiguo Cuartel General Jacinto Lara, acompañado de música, danza, amigos y familiares. La exposición tiene un nombre bastante particular del que nos cuenta que a pesar de que los movimientos del ballet son fascinantes, “Ninguna mujer, de manera natural, camina en puntas, realiza saltos tan alargados y al mismo tiempo delicados o se desplaza como si flotara en el aire, a eso se debe el nombre belleza anti-natura”.
Haciendo la salvedad que, aunque el nombre suene un poco perturbador, el ballet es una de las “pocas cosas” en nuestro universo que siendo anti-natura es hermoso “es tan así, que las que se dedican a esto profesionalmente deben tener unos cuidados corporales bastante especiales porque llega un momento en el que el mismo cuerpo les pasa factura.”
Más allá de los miedos y adversidades este artista no deja de soñar, conversar con él es sinónimo de sentir ganas de echar para delante y luchar por nuestros sueños y justamente ese es el mensaje que nos deja: “Busquen siempre hacer lo que les gusta, los síntomas para saber cuando no vamos por buen camino son la pesadez, el aburrimiento, desmotivación, las ganas de no estar donde se encuentran. No importa si no tienen los recursos o existe miedo si creen en ustedes mismos, los demás también creerán.”
“En los planes tengo: Postales de Mérida, Valencia y el reto mayor Caracas y si pudiera cubrir toda la geografía nacional sería interesante”
“Haz más de lo que amas”
instagram: @AlejandroCoutinho