En una de las interminables colas para la adquisición de lo que encuentre en los estantes del supermercado a visitar, una mujer de pueblo rezaba en voz baja “Chávez vive, el es nuestro comandante eterno y supremo”, etc. Otra más prevenida le llamó la atención: pero si esto nos ha dejado ese militar que delegó su poder en el Nicolás Maduro, quien nos condena a muerte por falta de alimentos y medinas. Y la rezandera alienada replicaba: “Es la guerra de la economía” (y pare usted de contar).
La voz de los mantenidos, con la barriga llena, se hace sentir en la falta de alimentos, que atribuye a expendedores: “al dueño (del abasto, supermercado o pequeña tienda) miserable se le identifica por la forma en que vocifera contra el gobierno revolucionario, a la vez que aumenta los precios de las mercancías a diestra y siniestra sin la más mínima justificación”.
Para ese verdadero miserable: “Con su perorata antichavista, el miserable no solo logra la solidaridad automática de la clientela escuálida, sino que neutraliza a los chavistas que por miedo a que no les vendan se quedan callados ante la andanada de improperios contra todo lo que tenga que ver con Chávez”.
La escasez de medicina y la precaria atención médica, ha llevado hasta la emigración de las madres de la frontera geográfica que acuden a los hospitales colombianos para evitar riesgos de los venezolanos. Las autoridades del hermano país han contabilizado en este primer trimestre unas mil.
Se trata de una representación de la pobreza, porque quienes tienen recursos económicos, es decir los enchufados y mantenidos del régimen, pueden llevar a sus parturientas a privilegiadas clínicas privadas o simplemente enviarlas a al exterior. Es que para el Vicepresidente Ejecutivo de la República, Tareck Zaidan El Aissami Maddah quien no ha mucho tiempo figuraba en la mayoría de pobres, detentar esta posición es guardar fidelidad a la revolución.
“Mientras uno más consigue pobreza hay más lealtad a la revolución y más amor por el adorado comandante Chávez, mientras el pueblo es más pobre es más leal al proyecto revolucionario”, afirmó en declaraciones, las cuales ha venido reiterando al igual que otros personajes del régimen, como la autoritaria del jefe de los parlamentarios oficialistas.
Para avalarlo, Nicolás Maduro, parodiando al líder nicaragüense Augusto César Sandino, dijo: “los humildes son los que siempre llegan al final”.
Tales posiciones evidencian las políticas que orientan al régimen con los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Además de la posición “doctrinaria”, incrementan su corrupción al negociar con bolsas de alimentos.
Reconocido es que los millares de Consejos Comunales que han recibido recursos del Estado, no rinden cuentas, porque son apéndices del oficialista Partido Socialista Único (PSUV).
Se dan las bolsas de los CLAP que cuestan Bs 10 mil y traen menos cosas que otras que traen más productos. La discriminación la implanta la revolución con el hambre del pueblo
Freddy Guevara, diputado de Voluntad Popular a la Asamblea Nacional por el estado Miranda, aseguró que los «Militares y funcionarios extorsionan a panaderos a cambio de facilitarles la harina de trigo regulada que les niegan por instancias regulares. Junto a la Cámara de Comercio, denunció que detrás de ataques a las panaderías está la mafia de la marina.
Afirmó que “obligar a las panaderías a destinar 100% de la harina de trigo al pan canilla es condenarlas a la quiebra».
Al margen. La validación de firmas de los partidos bien puede revertirlo la dirigencia contra el oficialismo. Es la oportunidad de reactivar sus acciones y renovar cuadros donde sea menester.