Santo Tomás habla de Dios como «la misma esencia de la bondad».
Consecuencialmente Dios es la bondad. Así según la Summa theologica queda respondida la interrogante que titula este artículo. Aunque, mejor satisface la pregunta: ¿Quién es la bondad?
Luego para revelar la naturaleza de la bondad entramos a preguntarnos ¿qué es lo que no es la bondad? Y descubrimos que la esencia de lo que no es la bondad es de naturaleza maléfica.
En tal sentido, Dios no forma parte de ninguna naturaleza corrompida y dañina.
Determinado el «ser» y el «no ser» de la bondad, entonces ¿qué clase de ser es la bondad?
Incuestionablemente la bondad es una condición divina, es una virtud y Dios es la suma de las virtudes. Y aquello que no forma parte del «ser» de la bondad, confunde a ésta con debilidad.
La bondad es piedad, misericordia, caridad, ternura, clemencia, indulgencia, humanidad y compasión.
El «ser» contrario al «ser» de la bondad, confunde esta virtud con ser un tonto. La máxima expresión de la bondad: «Dios» jamás podría calificarse de tonto.
De tal forma que en la esencia de la bondad no está la maldad, porque su «ser» es de naturaleza distinta. Por su significación la maldad es un «ser» con atributos de crueldad, mal, malicia, malignidad, perversidad, vileza, crueldad, inmoralidad, falsedad, iniquidad, depravación.
Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero la maldad le extirpa la esencia divina… y maquinamos, y olvidamos a nuestros semejantes, y la indiferencia no es atributo de la bondad.
Olvidamos y somos indiferentes ante el dolor ajeno, que en realidad es nuestro dolor, porque somos pasajeros de un mismo navío. Y nos duelen los que llevan nuestra sangre y no nos duelen los que no la llevan; pero igual no nos duelen los que llevan nuestra sangre y nos duelen los que no la llevan; navegando en el mar de las contradicciones.
Dios es amor y su «ser» no coexiste con el «no ser» de la bondad, si en nuestro corazón hay maldad y nuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones no nos importa qué le sucede al prójimo.
A veces no enterramos un puñal de acero en el corazón de nuestros hermanos, pero nuestra insensibilidad es el frío acero que los empuja a la muerte.
Una frase del discurso final de la película Patch Adams: ¡La muerte no es el enemigo, el enemigo es la indiferencia!
Crisanto Gregorio León
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