Es muy lamentable la cantidad de años que hemos perdido en diatribas y en el dime que te diré, que solo ha servido para retrasarnos, destruir el país y volvernos más pobres en todos los sentidos, pero no debemos desilusionarnos, pues debemos ver a nuestra patria desde otro ángulo, ver todas las bondades que nos ofrece siendo aún virgen para desarrollar, conscientes de que no podemos deshacer nuestro pasado pero sí podemos reprogramarnos con experiencia nuevas. No debemos dudar que así piensa un alto porcentaje de jóvenes venezolanos que esperan la oportunidad de que se les permita participar y poner su creatividad y talento al servicio de su patria y no al servicio de causas innobles, que es lo que ha abundado en estos largos y tediosos años.
Por ello debemos estar más atentos y en permanente vigilia para minimizar los errores a sabiendas de que no podemos cambiar el mundo que vemos a nuestro alrededor pero podemos cambiar lo que vemos dentro de nosotros y así poder rendir buenas cuentas a la patria, no ser culpables por omisión no importándonos un pito jamás ni nunca.
La pasantía ha sido larga, dura y tan fácil de olvidar, pero no por ello debemos cobijarnos en la desesperanza ni en la apatía; hoy más que nunca el país necesita de sus hijos, sin olvidar el mensaje que nos dejó Benjamín Franklin: “Así como hemos de rendir cuentas por cada palabra inoportuna, lo haremos también por cada silencio innecesario”, y ése no es el caso nuestro. Las inquietudes creativas del talento venezolano están latentes y nada podrá callarlo. Cada día vibra más en una forma positiva, dispuestos a ponerlo al servicio de causas nobles que redunden en bienestar para todos los habitantes de esta patria sin excepción, sin odios, ni rencores, ni venganzas, unidos todos por el bien común.
Sabemos del alto porcentaje de inconformidad pero no por ello debemos permitir que por culpa de muy pocos terminen con nuestro ánimo y con el deseo de superación de ver al país próspero y todos contentos, no ese quítate tú para ponerme yo.
Debemos buscar unidos que se le devuelva la alegría al país, los proyectos, la productividad, el respeto a la propiedad privada, el triunfo al que más trabaje, el talento y el deseo de ser útiles, aportar hasta donde nos duela, trabajar hasta el cansancio, mantenernos activos, en acción, misión y valores. Eso no es mucho pedir, es obligación de todo buen ciudadano, así que a luchar con dignidad, con esfuerzo y valor, si se tiene miedo es por no tener propuestas en su vida y eso jamás será el caso de nuestra patria.
Estamos hartos de oír que este país se acabó y que está destruido; quienes pensamos en positivo creemos que este país está naciendo o que es muy joven y aquí está todo por hacer, ávido de hacedores en una lucha campal por los deshacedores que son minoría y ya se dieron cuenta de que deshacer no es el camino y que este camino solo conduce a la destrucción. Las personas que desean trabajar en paz generan empleos, pagan impuestos, son parte de la solución, sobre todo quienes trabajan la tierra y producen comida.
Es tan fácil hacer una alianza estratégica en busca de solucionar el problema más grave de todos los países: la alimentación. Pregunto: ¿Por qué a un productor del campo se le ha convertido en un viacrucis conseguir las herramientas elementales para desarrollar su labor? y lo más triste es que no se dan cuenta de que quienes ponen las trabas a la hora de la verdad son los principales perdedores; repito si los agricultores son pobres también lo es el país.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país……
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