Sobre el eco vacío de la mentira, que se alza como único y recurrente argumento en la retórica de una tiranía cínica y sonriente, quedan los hechos (o desechos) tangibles, palpables, las cifras y evidencias de un fracaso estruendoso que aspira perpetuarse en el poder.
Leo en El Nacional la siguiente nota: “El presupuesto del Ministerio de la Defensa de este año es nueve veces mayor que el asignado al Ministerio de Alimentación. Para el sector militar se destinaron 767,8 millardos de bolívares, mientras que al despacho que dirige el general Rodolfo Marco Torres se asignaron 82,2 millardos de bolívares.(…) Los recursos que el gobierno reservó a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana también superan a los del Ministerio de Salud, que está en el sexto lugar de las prioridades, y es de 563,1 millardos de bolívares”. (25-3-2017).
La única misión realmente en desarrollo, la única y absoluta urgencia de Nicolás Maduro y los actores, personajes y cómplices militares que le acompañan y sustentan, es la de mantenerse en el poder al costo que sea. La palabra “democracia” ha quedado sepultada bajo los escombros de un gobierno cuyo único propósito es el de extender el impune saqueo de Tesoro Nacional, mientras invoca guerras y agresiones imaginarias, y descuartiza e incinera el contenido de la Constitución Nacional. ¿Se acuerdan? Constitución… Constitución… ¿A alguien le suena esa palabra?
El hambre tiene forma de arma y olor a camuflaje. Y ese dato, que emerge en medio de un cuadro de anomia social, de caos y deterioro acelerado de las bases materiales y humanas de Venezuela gracias a la permanencia en el poder de un régimen empecinado y obsesionado por mantener un modelo colectivista, dictatorial y fracasado en la historia reciente de la civilización.
Por ello, quien relativiza y justifica el actual estado de cosas, ocasionadas por esta tragedia en forma de gobierno militar, quien guarda silencio y hace alusión a los errores de gobiernos pasados para defender los actuales, revela no sólo un obcecado nivel de fanatismo, sino una triste ignorancia y una ingenuidad suicida. Que Nicolás Maduro y la “revolución” socialista destine 9 veces más recursos a comprar armas, equipamiento y activos militares que para producir y generar alimentos en la nación, es una absurda y delirante distorsión que sólo parece posible en una administración que gobierna pero que ha perdido todo contacto y toda noción de la realidad, o que peor aún, conociéndola, prefiere ignorarla y obviarla.
La careta democrática tiene rato en el suelo. Que la OEA o algún otro organismo internacional lo entienda y declare, si bien es importante, poco cambia al hecho inexorable de que deben ser quienes habitan hoy este territorio, azotado por una plaga tiránica, los llamados a decir ¡Basta!. Mientras tanto, la vocación mitómana sigue aferrada a su capricho de ignorar a un país. Mientras tanto, el gobierno “socialista” es una gran fábrica de pobres y de miseria. Con la ayuda militar, una verdadera miseria blindada.
@alexeiguerra