Se intensifican las agresiones fascistas del Nicolato en todo el país. El pasado 20 de marzo ocurrió en Caracas un hecho que recuerda, la noche del 10 de noviembre de 1938, mejor recordada como “La noche de los cristales rotos” de tiempos de la Alemania nazista.
En aquella noche los judíos de toda Europa fueron víctimas de los colectivos nazistas que arremetieron contra sus personas y propiedades, produciendo asesinatos, destrucciones y persecuciones. Lo mismo hizo Benito Mussolini en Italia con los grupos de milicias “voluntarias”, mejor conocidos como las camisas pardas o negras que con métodos violentos intimidaban a la población civil.
El 20 de marzo en la Avenida Baralt, Esquina de Cuartel Viejo, en Caracas, a pocas cuadras del Palacio de Miraflores, una panadería de nombre Mansion’s Bakery fue objeto de una intervención del gobierno chavista con intención de cerrarla. La población civil del entorno del establecimiento salió en decenas de personas a defender el establecimiento. La Guardia Nacional llegó para reprimir a los manifestantes. Al verse desbordada al grito de “y va a caer este gobierno va a caer” que coreaban los ciudadanos, los militares llamaron a los colectivos fascistas del régimen.
Estos grupos integrados algunos de ellos por delincuentes llegaron para agredir a la población en la calle. No contentos con esto hicieron lo mismo en los apartamentos de los edificios vecinos a la panadería donde agredieron a personas y propiedades. Como lo mismo sucedió en la Universidad de los Andes en Mérida, estamos ante una práctica sistemática y organizada de la dictadura fascista de Nicolás Maduro. Es el libreto de las brigadas de acción rápida del comunismo en Cuba.
El Derecho Internacional Humanitario prohíbe ataques a la población civil. No debe entonces extrañar al gobierno que en foros mundiales se denuncien estos casos que confirman a la opinión pública internacional, que Venezuela padece un terrorismo de Estado. Por cierto muy investigado ahora por la Fiscal Luisa Ortega Díaz en la llamada “cuarta república”, pero ignorado en estos diecisiete años de fascismo chavista.
Las panaderías están siendo amenazadas con expropiaciones, según denunciantes, obligándolas unas a vender el pan por debajo de los precios en que adquieren la harina de trigo y otras perseguidas por no comparar la harina a las mafias apoyadas por el gobierno. En las dos hipótesis se trata de esconder la dura realidad, cada vez mayor, de la escasez de harina por los desarreglos que el gobierno ha impuesto en la economía nacional.
El salvajismo de estas pandillas guapas y apoyadas, pareciera dar creencia a un análisis según el cual el gobierno cada vez más desmejorado, apresura su caída para presentar como excusa que fueron tumbados por un golpe. Pero ante la actitud de la oficialidad militar de apoyo a la dictadura, la población prefiere el golpe civil ya sea por elecciones o por lo que algunos llaman “gobierno de salvación nacional”.