El orgullo de ser el estado bandera en rubros como café y cebolla, destacar entre los grandes como productor de papa y caña de azúcar, y cosechar tomate y pimentón de alta calidad, se ha transformado en preocupación y desespero. La falta de semillas, fertilizantes y agroquímicos pone en riesgo al sector agropecuario nacional y a Lara, uno de los 17 estados venezolanos que tienen la actividad agrícola como fuente económica primaria, resulta afectada.
Productores de tradición, en los nueve municipios de la entidad, se suman al llamado de alerta y claman por respuestas y atención inmediata.
La denuncia realizada por factores nacionales, como la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), es que a pocos días del ciclo de invierno, que se espera inicie el próximo 15 de abril, sólo acopian 6% de los agroinsumos necesarios.
Si se estima que la producción agrícola ha registrado una caída continua en los últimos diez años, el panorama alimentario y la generación de empleo en el campo, se muestran diezmados.
Al respecto fue consultado Julio Anzola, miembro del Consejo de Coordinación Agropecuaria de Lara, para quien las condiciones agrícolas actuales alejan al productor del campo.
Explicó que al no haber un ambiente idóneo, los productores “tiran la toalla” o acuden al mercado especulativo de venta de insumos, lo que incrementa sus costos y hace que los productos del campo sean más costosos. “Eso tampoco nos conviene porque la gente deja de comprarlos”.
Recordó que en 2016 se produjo únicamente el 30% de la demanda nacional. No obstante, basado en las condiciones actuales de producción, estiman obtener en 2017 el 50%.
Plantas de café esperan abonamiento
El café, también sabe amargo para algunos larenses. El estado conocido como el mayor productor del rubro en el país, aunque se mantiene cultivándolo, ya no lo hace en las mismas proporciones.
Martiniano Pernía, presidente del grupo de Productores Asociados al Café (Paca) en Río Claro, alegó que el sector no cuenta con seguridad alguna para que el rubro se mantenga en producción. “Nos faltan fertilizantes y productos para el control de la enfermedad de la roya”.
A pesar de que en temporadas anteriores, para la fecha ya contaban o agroinsumos o al menos con la palabra del gobierno comprometida, en esta oportunidad la condición es de incertidumbre. Esperan alguna atención en ciclo oportuno, puesto que las plantas de café se deben comenzar a tratar entre abril y mayo, con la entrada de las lluvias. El control de las plagas y el abonamiento, es en la actualidad su mayor preocupación.
Cuenta Pernía que ante la ausencia de fertilizantes especiales para el café, en 2016 emplearon otros formulados para plantas frutales, cereales y pastos, lo cual no propició los resultados esperados.
Se han reunido con miembros del gobierno, pero aún no tienen respuesta, por lo que al acudir al mercado negro, adquieren los productos que demandan sus cultivos a precios superiores hasta 1.500%.
El sector se declara dispuesto a trabajar para recuperar la producción y alcanzar cifras como las de 2003, cuando de los cafetales venezolanos germinaron 1.800.000 quintales del grano, a diferencia del pasado año cuando obtuvieron 500 mil quintales.
Rafael Enrique Colmenárez, productor de Andrés Eloy Blanco, también fue consultado al respecto, pero aseguró no tener mayor información, puesto que representantes de la Corporación Venezolana del Café, visitaron el estado los primeros días de marzo para reunirse con los productores. De los encuentros, resultó el levantamiento de una data, sobre la cual el gobierno proveerá de insumos al sector, a través de un informe que les será presentado en Caracas. Sin embargo, la reunión planeada para el martes 21 de marzo fue pospuesta y se espera sea este 28 del mes.
Paperos aún sin semilla
Durante 2016, hubo varios pronunciamientos del gobierno sobre la importación de dos buques de semilla de papa traídos desde Canadá, la cual no llegó. También se les ofreció semilla de caraota a los paperos y otorgó permisos para importar la de papa a dólar libre, días antes de que la tasa no oficial superara los Bs. 4.000. Los intentos por producir este tubérculo con semilla de alta genética fueron fallidos.
Para el año 2017 el escenario es más desolador, puesto que la semilla criolla o de multiplicación (tomada de la papa sembrada con semilla importada años atrás), pierde con cada vuelta su cualidad genética.
“Pareciera que el ciclo de invierno, para nosotros no se dará, porque no tenemos semillas”, fueron las palabras de José Suárez, presidente de la Asociación de Paperos de Lara (Asopapa), al consultarle sobre las condiciones del sector a pocos días del venidero ciclo. Indicó que para ellos el período se conoce como “travesía” y que la semilla ya debería estar en tierra, puesto que algunos productores arrancan antes de abril para que los inviernos “pongan la papa bonita”.
En tal sentido, detalló que la semilla certificada traída del extranjero, solía ingresar a Venezuela en diciembre, para arrancar la siembra en marzo. Sin embargo, este año el Estado, único con capacidad para importarlas, no la adquirió.
El sector ha recibido ofertas de una semilla Kennedy a Bs. 80.000 el saco, con base en el dólar negro, sin incluir traslado, caleta y otros gastos como la famosa “matraca”. Anteriormente pagaban por este Bs. 2.500.
Es de destacar que se requieren 20 sacos de semilla de papa por hectárea.
Según cálculos de Suárez, la producción ya cayó 80%, por falta de semilla.
Agregó que el sector tampoco cuenta con abono ni insecticidas.
Caña sin mantenimiento
En Lara, son municipios productores de caña Palavecino, Simón Planas, Morán y Torres. Todos por igual registran fallas en la actividad.
Edgar Alvarado, presidente de la Sociedad de Cañicultores del Valle del Turbio (Socatur), detalló que si bien su asociación registra un 70% de avance de la cosecha de la temporada pasada, sólo han realizado mantenimiento al 10% de dicha área, en cuanto a fertilización y control de maleza se refiere. Esto debido a que no cuentan con los agroinsumos.
Describió las condiciones del sector como “críticas”, ya que se avecina el período de lluvias, por lo cual las cañas cosechadas en diciembre pasado ya debían haber sido sometidas a tratamiento.
Explicó que luego de cosechadas las parcelas, la caña tiene un período de 90 días para su fertilización. De hacerse fuera del período la planta pierde nutrientes y ve afectada su productividad.
No realizar las maniobras a tiempo, representa entre 50% y 60% de merma, en comparación con el año anterior.
Para describir la situación productiva de la zafra anterior, Central Río Turbio, aún operativo, registra un promedio de molienda de 208.000 toneladas de caña. Sin embargo, para la fecha se habrían molido en años anteriores 300.000 toneladas.
Edgar Contreras, director de la Sociedad de Cañicultores del Occidente de Lara (Socadol), declaró que su casa comercial en El Tocuyo no recibe fertilizantes de la Petroquímica de Venezuela (Pequiven) desde diciembre de 2016.
Si bien la estatal ha invitado a las asociaciones a par de reuniones (10 y 16 de marzo), para tratar la problemática nacional, ambos encuentros han sido suspendidos, lo que hace pensar a los productores que el problemas es de caída productiva o que la caña de azúcar no es un rubro de su prioridad en esta temporada, a diferencia de la producción cerealera.
Agropatria, por su parte, recién comenzó a entregar insecticidas y herbicidas a asociaciones cañicultoras. Socadol espera ser atendida en los próximos días.
“Ya están dando respuesta”, comentó Contreras, quien manifestó que la entrega se encuentra fuera de su época cierta, puesto que entre otros contratiempos registran graves problemas en el corte de la caña por falta de insumos y herbicidas.
La caña que ellos cortan es enviada al Central La Pastora en el municipio Torres y sólo se mantiene con riego, por falta de herbicidas y abono, lo que influye considerablemente en el rendimiento por hectárea, que en el mejor de los casos se reduce 40%, lo que significa que a futuro la producción de azúcar será menor.
En el Valle se cosecharon el pasado año 45 mil toneladas de caña. No obstante, para este año estiman recoger al menos 25 mil toneladas.
Las cifras de los sectores son cada vez menores y Lara, estado conocido por su producción agrícola, presenta en cada metro de tierra un drama que se traduce en menos comida para Venezuela.
Sin muchas opciones
Paperos de Lara han migrado a rubros como la caraota, que tampoco genera gran rentabilidad, mientras que las semillas de otros como tomate, pimentón y pepino, son importados a dólar libre, razón por lo cual los costos son elevados.
Por 5.000 semillas de pimentón, piden hasta Bs. 500.000, en el mercado negro.
La lata de semilla de cebollas se paga en Bs. 1 millón, pero tiempo atrás se pagaba en Bs. 3.600. La producción de semilla Campo Lindo, variedad hecha para la zona de Lara, es estadounidense.
Es de recordar que Quíbor, como distrito, produce el 70 % de la cebolla venezolana. El sector se mantiene en producción durante todo el año.
Sin embargo, en la actualidad no cuentan con semilla, sin sumar que no todas las variedades son aptas para el municipio Jiménez.
En tierra, la cebolla se vende a Bs. 2.500 el kilogramo. Tras la cadena de distribución el precio es aún superior, pero los productores no ven reposición de sus costos ni esfuerzo.