Que en Carora el diablo ande suelto es un eco extendido desde tiempos remotos. La sentencia se enganchó con fuerza en el dialecto y el ángel rebelde se instaló más que como una presencia maligna como un acompañante que no estorba, uno al que se le menciona con cordial insistencia, pese a que su figura esté envuelta en historias oscuras.
Los tres acontecimientos que tienen como escenario esa localidad torrense y al demonio como culpable, por primera vez fueron tomados como un sorbo de inspiración por un músico para crear una pieza orquestal. José Agustín Sánchez, un tachirense hijo de una caroreña, es quien este 1 y 2 de abril, en el teatro Alirio Díaz de Carora, espera ser la gota sobre la sequía. Ese día, estrenará el proyecto La leyenda del diablo de Carora, una obra compuesta y dirigida por él, con la ejecución de la orquesta Pedro León Torres.
Desde octubre del año pasado, el director y pianista comenzó a trabajar en esta pieza, la segunda de una serie de composiciones enfocadas en las principales leyendas folclóricas venezolanas. La primera fue El Silbón y la moldeó hace cuatro años.
“Una de las cosas que me llama mucho la atención es que Carora, a pesar de ser una ciudad tan musical que ha tenido grandes intérpretes, no tiene compositores que hayan hecho un repertorio orquestal propio de Carora. De hecho, hasta el día de hoy no ha habido ninguna obra orquestal que se haya hecho en Carora, escrita para Carora o en algo que tenga que ver con la ciudad. Entonces, eso me llamó muchísimo la atención y lo quise conectar con lo que ellos (los caroreños) tienen tan arraigado en su forma de hablar, que es el diablo y con tanta importancia no solo en Carora sino en todo el país e internacionalmente”, bosquejó Sánchez en entrevista con EL IMPULSO sobre la forma cómo concibió la idea.
Influenció también la curiosidad macerada desde la infancia por la forma particular de hablar de los caroreños, marcada por la mención constante de expresiones como “ah diablo” o “diah”. Sumados esos intereses había suficientes elementos en el equipaje para unir líneas y plasmar su propia interpretación de la leyenda del diablo.
Para lograr una composición fiel a la historia real acudió a los conocimientos de personas como la ingeniera civil e historiadora, Enma Rosa Oropeza y el poeta Jesús Enrique León, dos versados caroreños que lo ilustraron sobre los tres relatos existentes sobre el diablo en Carora, a saber, los que tienen como protagonista a Doña Inés de Hinojosa, a los hermanos Hernández Pavón y al fray Ildefonso Aguinagalde.
Para reflejar el crimen por amor cometido por doña Inés de Hinojosa, Sánchez incluyó una introducción “disfrazada en un especie de vals”, una melodía que la sensibilidad de músico lo hace pensar que se trata de “un vals que endulza a Inés, que la saca de los límites morales”. Le siguen sonidos que intentan reflejar la persecución y la agitación de la historia de los hermanos Hernández Pavón y cierra con la idea sonora del acontecimiento que escandalizó a la población torrense por la expulsión del sacerdote que antes de marcharse maldijo a los godos.
Como invitado especial en el estreno de la pieza estará el barítono Gaspar Colón. En su voz se expondrá parte de la idiosincrasia de los caroreños. Para Colón intervenir en una obra escrita por Sánchez no es extraño, pues ya lo hizo en 2012 cuando se estrenó en Caracas Amazónica. Tenerlo como parte del equipo nuevamente es un honor para Sánchez, halagó: “Los caroreños son muy afortunados de contar con la presencia de Gaspar porque es uno de los barítonos más reconocidos fuera y dentro de Venezuela”.
Para nutrir el espectáculo, Sánchez decidió atar cintas con el teatro. Sobre el escenario, además de los instrumentos y sus ejecutantes habrá espacio para los actores que mostrarán sus dotes histriónicos en la obra El diablo anda suelto, dirigida por el profesor Jorge Álvarez, actual director del teatro Alirio Díaz.
“La intención con esto es que la gente se empape y expanda el conocimiento de lo que es la obra porque, evidentemente, en la pieza orquestal yo no estoy diciendo la historia, porque no hay una narrativa. Es un poema sinfónico que está basado en la historia. Las generaciones de ahora desconocen muchas cosas de su cultura, de su folclor, entonces, al programar la primera parte del concierto con la obra de teatro se trata de que la gente recabe mucha más información, se ilustre y se ponga más en el contexto de lo que realmente es la obra”, abundó.
El programa del evento también incluye la exhibición de varias pinturas de autores caroreños que mediante una imagen exponen una visión personal de las leyendas del diablo. Participan diseñadores, pintores duchos y nóveles e, incluso, niños.
A pocos días de ver materializado el trabajo en el que concentró seis meses, el mismo que lo condujo a escudriñar en una porción de la historia de la tierra donde tiene conexiones familiares, significa para Sánchez un avance en la escalera de proyecciones reservadas para el alimento espiritual y profesional: “Más que satisfacer mi curiosidad es una satisfacción personal y como venezolano porque uno de los objetivos que tengo como compositor es tratar de acercar la música académica a la música popular y a la historia de Venezuela”.
De allí que, aunque Carora sea la justa privilegiada con el estreno de “La leyenda de diablo de Carora”, el autor tenga planes de hacerla sonar en Caracas, San Felipe y su natal San Cristóbal, pero aún no hay precisada ninguna fecha.
Demonio en tres episodios
En Carora, se hicieron populares tres hechos cuyo desenlace se le atribuye al velo maligno del demonio. La historiadora Enma Rosa Oropeza en sus investigaciones ha podido comprobar que estos episodios son reales. Si sucedieron o no por obra del diablo, es una creencia de los pobladores.
La primera leyenda, sucedida aproximadamente en 1600, corresponde a doña Inés de Hinojosa, hija de un aficionado a los juegos de azar que la ofreció como recompensa a Pedro de Ávila. Se casó con él y ella luego se enamoró de un bailarín español, Jorge Voto, y entre ambos acordaron matar a de Ávila. Voto, vestido de fraile, lo sorprendió una madrugada y lo apuñaló. Ella viuda y él asesino se mudaron a Colombia y contrajeron nupcias. En esa región, otro hombre de nombre Pedro Rivera se enamoró de Inés y los dos convienen en acabar con la vida del bailarín. Las autoridades encuentran culpable a la mujer y frente a la Casa del Árbol, donde vivía con su último amor, la ahorcaron.
Otro relato surgió más tarde, en 1736, sobre los hermanos Hernández Pavón. Ellos eran siete, pero a tres los acusaron de contrabandistas y los fusilaron en la entonces plaza Mayor, hoy plaza Bolívar. En esta historia, las muertes en efecto sucedieron, pero por razones equivocadas, pues según los datos manejados por Oropeza, estos parientes eran inocentes.
El último acontecimiento ocurrió después de 1800, cuando se expulsó de tierra caroreña al fraile Ildefonso Aguinagalde, nacido en ese suelo. Lo señalaban de demente y de haber incumplido el celibato. Por eso, Francisco Juan Oropeza, una de las autoridades militares de la época, ordenó su salida, atado a un burro. Antes de marcharse se dice que el sacerdote pronunció: «Malditos sean estos godos hasta la quinta generación».