Cuando en los canales de televisión internacional informan que Valdivia, de Chile, y Mérida, de México, son dos ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad 2016-2017; y cuando por las redes sociales se puede leer que Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, manifiesta: “No le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar”, que en la casa se aprende a: saludar, dar las gracias, ser limpio, honesto, puntual, correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes y a los no semejantes, ser solidario, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad nuestra y la propiedad ajena y ser organizado y que en la escuela se aprende: matemática, lenguaje, estudios sociales, inglés, geometría y se refuerzan los valores que los padres y madres han inculcado a sus hijos; estas afirmaciones vienen de un político positivo y de verdadera conciencia patriótica y ciudadana.
Esta introducción viene al caso por esa cantidad de estructuras físicas que posee nuestra ciudad, Barquisimeto, considerada patrimonio nacional, regional y local, y como tal debe tener una permanente conservación en todos los aspectos, a manera de garantizar su permanencia y su originalidad.
Tal vez en esta relación deje mucho por fuera, pero lo que se me viene a la mente son los siguientes: el edificio del Cuartel Jacinto Lara, el edificio del Museo de Barquisimeto, el antiguo Palacio de Gobierno, la casa de Eustoquio Gómez, la Catedral, el Monumento al Sol, la Flor de Venezuela, el Obelisco, el Parque del Este, el Palacio Municipal, la Plaza Bolívar, el Parque Ayacucho, Parque Federico Carmona y la avenida Hermann Garmendia.
Estos parques llevan los nombres de notables personajes para recordar con orgullo, pero hoy se encuentran en mal estado. La carrera 21 parte del centro de Barquisimeto, lugar por donde todo el mundo pasa y los comerciantes que se encuentran en esta arteria vial pagan sus impuestos y son generadores de empleos, que si se le diera el debido mantenimiento ésta podría suplir lo que era nuestra añorada avenida 20, hoy convertida no sé si en una autopista, un callejón, si en una recua, vereda o atajo, que perdió su función y total identidad por capricho e ideología no definida. Lo aquí descrito es sumamente poco para llegar a entender que no es hacer las cosas hoy para destruirlas mañana y sobretodo causarles daño por razones mezquinas con justificativos de tipo político.
Leyendo lo expresado por el expresidente Pepe Mujica se me vino a la mente la destrucción del monumento de Cristóbal Colón, en Caracas, y tal vez el eslogan sería: “Así se destruye una nación, una historia y un patrimonio de la humanidad y el justificativo si tiene algún calificativo, la palabra salvajismo es corto”; pues bien es permanente el riesgo de deterioro que tienen esos patrimonios de la ciudad al comprometerlo e incluirlo como participante de la diatriba política.
La irresponsabilidad va más allá de la razón natural, la propiedad de ese patrimonio es de todos sin ningún tipo de excepción, no pertenecen ni al gobierno ni a los gobernantes de turno, pertenecen al Estado; por tal motivo no debe haber ningún tipo de apoyo para quien atente contra él. Los atentados pueden ir más allá de lo conocido por hacer o dejar de hacer, es decir, acción y omisión; debemos considerarnos un país en paz por lo que no hay justificativo alguno para que vehículos oficiales estén colocados dentro de la Plaza Bolívar, causando destrucción cuando a estos funcionarios se les paga un sueldo es para evitar estas anomalías; no hay justificativo alguno para que un dirigente político dirija a una turba a destruir el Palacio Municipal, como tampoco hay justificativo alguno para que un inadaptado social ponga grafitis al Monumento al Sol, destruya los relojes y la iluminación de las columnas del cercado del Parque del Este, ni para que destruyan las luminarias de los parques y de las avenidas, ni para que se roben los cableados de esas instalaciones y a la vez omitan las sanciones previstas en diferentes leyes por causar daños a esos patrimonios.
El tema fue tratado en una reunión de la Red de Instituciones Larenses, en donde hay esa preocupación, para buscar en forma positiva los medios que permitan darle mayor solidaridad a todas aquellas instituciones públicas y privadas que garanticen el mantenimiento y la conservación de nuestro patrimonio, no importa que sean nacionales, estadales y municipales ni a qué partido político pertenezcan.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
José Gerardo Mendoza Durán
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