La idea de la revalidación de partidos políticos no fue un error ni un trastabillón, ni mucho menos una acción complaciente del Gobierno para algunos partidos, expuso el profesor Justo Mendoza, director general de la Escuela de Gerencia y Gobierno del estado Lara, en entrevista para EL IMPULSO.
El proceso de legitimación está contemplado en la Ley de partidos políticos; pero, el Gobierno vio en ese mandato la oportunidad de estrangular a las organizaciones partidistas, porque desde que se instaló siempre ha buscado la forma de que su partido sea el único que exista y por tanto ha venido pregonando la hegemonía en todos los aspectos de la vida nacional. Todos los obstáculos que colocó el Ejecutivo Nacional, a través del Consejo Nacional Electoral mediante una decisión del Tribunal Supremo de Justicia, comenzando por el tiempo establecido para la validación, ha sido superado en los primeros tres fines de semana del proceso por una convicción: la necesidad de la existencia de los partidos democráticos.
No es que la validación sea una obligatoriedad para que no desaparezcan los partidos, aclaró. Éstos no dejarán de existir porque el Ejecutivo Nacional los reconozca o no. Son instituciones de la sociedad, pertenecen a ella y se desenvuelven por la misma dinámica de la población. No existen porque aparezcan en un archivo de un organismo público, como el CNE.
Los partidos en esencia son una institución constitucional, afirma. No pueden ser cercenados ni rebanados por una decisión tribunalicia, del TSJ, o administrativa, del CNE. Lo que debe quedar bien claro es que sin partidos políticos no hay pluralidad, ni capacidad de selección para la opción de elegir y gobernar.
Luego de la validación de los partidos y, además, del fortalecimiento en general de todos ellos, porque los que validen o no van a quedar incólumes como opositores, mayoritarios a un sistema fracasado de Gobierno, va a traer como resultado una presión irresistible al régimen.
Es indiscutible que ahora el Gobierno se verá obligado a ceder a esa presión y tendrá que aceptar que haya elecciones.
Por otra parte, indicó que desde la Mesa de la Unidad Democrática hay una concepción decente, pero firme, de la política.
No por ser procaz y vulgar, este régimen se puede considerar fuerte, sino, por el contrario, es débil. Y tanto así que en unas elecciones está totalmente perdido, completamente vencido.
