Es innecesario dedicarle unas líneas al contenido de la ya famosa Carta Democrática Interamericana. Bastante se ha dicho, en todos los tonos y variada intencionalidad. Sólo recordaremos que fue redactada y aprobada en abril de 2011, cuando en Venezuela se producían los hechos derivados del vacío de poder por el transitorio abandono de Chávez de sus funciones. Es bueno tenerlo presente. En ese momento se jugaban muchas cosas al mismo tiempo.
La aplicación de la Carta ha sido solicitada muy pocas veces. Vale la pena citar que el gobierno venezolano lo hizo con relación a Honduras y el caso Zelaya. Si no me equivocó el canciller de la época era el Maduro que hoy dirige al ejecutivo nacional. “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, dice la conocida canción popular. ¿Y ahora?
La Organización de Estados Americanos –OEA-, hasta ahora, había estado ciega, muda y sorda con relación a Venezuela y su problemática interna. El pueblo ha sido víctima de un golpe de estado, de ejecución progresiva, convirtiendo al régimen en una verdadera tiranía. Ideologizada gracias a un comunismo a la cubana, usando la coartada de aquel “socialismo del siglo XXI” del que ya muy poco se habla.
Sin embargo, la presencia de Luis Almagro, excanciller de Uruguay y reconocido político de eso que llamamos izquierda, le ha dado un giro radical a la situación. Ha estudiado a fondo el caso Venezuela. En consecuencia, no ha dudado en proponer la aplicación de la CDI a nuestro país mediante varias declaraciones y dos planteamientos formales. El último deberá concretarse en los próximos días.
La realidad continental ha cambiado radicalmente. La influencia de los petrodólares se ha reducido. Nuevos gobiernos funcionan apegados a los principios básicos de la vida en Libertad y Democracia. Analizan detenidamente la situación y parecieran dispuestos a jugársela completa para aplicar las correspondientes sanciones. Estas son, básicamente, políticas y éticas, pero pueden incluir la exclusión del organismo multilateral como acaba de suceder en MERCOSUR.
Estados Unidos bajo la presidencia de Barak Obama, a pesar de los ataques de Maduro, mantuvo bajo el perfil, mirando hacia otro lado y evitando controversias frontales. Varemos que pasa ahora con Trump y la activa influencia que puede tener en algunos votos. Se necesitan 24, las dos terceras partes de los miembros. Es posible alcanzarlos.
Quiero dejar establecido el reconocimiento que merece Luis Almagro por parte de los demócratas venezolanos. Como bien afirmó recientemente Jesús Petit Da Costa, “nadie en la América contemporánea ha hecho más por los venezolanos” que el actual secretario general de la Organización de Estados Americanos. Confunde el silencio de algunos líderes opositores de primera fila.
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