Hace un año le tocaba mirarlo desde la grada. Había sufrido una lesión en plena temporada de la Liga Profesional (LPB) y no pudo ayudar a su equipo en su primer título de Liga de las Américas.
Lo vivió desde afuera sin saber si podría repetirse tal oportunidad y ante su público. Apenas un año después, el hombre de los momentos grandes tanto con Guaros de Lara como con la selección de Venezuela, tuvo su desquite: Heissler Guillent pudo levantar el trofeo de campeón de América ante su gente.
Por cosas del destino, el balón de la última posesión fallida de Weber Bahía Basket (Argentina), al que derrotó Guaros 88-65 en un repleto Domo Bolivariano de Barquisimeto, pasó luego a sus manos y, a medida que se extinguía el reloj, también se fundía Guillent en un feroz abrazo con ese balón, mientras estallaba en júbilo el público a su alrededor y corrían a abrazarle sus compañeros.
El “19” del Barrio Kennedy volvía a ser parte de un momento heroico para el baloncesto venezolano. Ya lo había sido en dos Sudamericanos de Naciones (2014 y 2016) con la franelilla vinotinto y, aunque el gusto de levantar un cetro de la Liga Profesional (LPB) aún no se le ha dado, sí pudo ayudar en Alemania a conseguir una inédita Copa Intercontinental, en septiembre del año pasado.
Alegría incomparable
Acompañado de su “ya no tan pequeño” Heibel Andrés, le dijo al periodista Alejandro Pérez (FIBA) sentir que estaba en “uno de los momentos más grandes” que ha podido vivir. “El año pasado lo vení desde afuera pero nunca dejé de creer en Dios, me aferré, trabajé duro y mucha gente me ayudó a recuperarme y me apoyó. Traté de hacer las cosas lo mejor y más profesional posible para estar bien físicamente y ayudar al equipo como me gusta. Estoy agradecido con Dios por el privilegio de vivir esta experiencia”.
Cree que la clave para revalidar el cetro fue encontrar el ritmo en el momento justo. “Tuvimos altos y bajos durante el torneo, tratamos de ponernos metas cortas, ir ganando juego a juego e ir avanzando de ronda poco a poco. Fue un camino muy largo y muy duro contra rivales muy fuertes pero fuimos juntándonos cada vez más, mejorando el ritmo en los entrenamientos, cada quién poniendo de su parte y estoy feliz por el rendimiento de todos pese a los obstáculos que tuvimos”.
Reconoció el gran papel del Bahía Basket en su segunda final internacional consecutiva, tras ser también subcampeones de la Liga Sudamericana (LSB) el año pasado. “Me quito el sombrero ante ellos porque son muchachos que te la ponen bien difícil. Salieron con un plan de juego que nos tenía muy bien leídos, muy incómodos. No hallábamos la manera de que la ofensiva estuviese fluida”.
Para el recuerdo quedará el abrazo de Hernán Jasen, uno de los hombres de más experiencia y cercano a su adiós como jugador activo, en agradecimiento a sus compañeros y su cuerpo técnico para consolarlos en la derrota.