Soy de los que piensan que las cosas pequeñas hacen la diferencia y que cuando la pasión nos invade, atraemos a personas que aman lo que hacen, que entienden porque están aquí, a quienes le brillan los ojos hablando y que al igual que nosotros, tienen mucho que compartir. Una de ellas se llama Rosario, es barquisimetana y entre historias, música y anécdotas, nos demuestra que todavía queda tiempo para soñar… ¿Me acompañan a conocerla?
A media tarde llegue a su casa y desde que me abrió la puerta, supe que era especial. Me llevo hasta la sala, me ofreció sentarme en uno de los muebles y acompañada de un suave jazz de fondo, comenzó a hilar ideas para narrar su vida.
Su nombre completo es Rosario Coromoto Anzola Delgado, nació y vivió en Barquisimeto, por muchos años trabajó en Caracas y la luna que le ha sonreído desde siempre, la trajo de vuelta a su ciudad natal. En su currículo vitae se encuentra el título de Licenciada en Educación mención Arte y Literatura, una maestría, talleres para padres, maestros y niños, asesoría en proyectos publicitarios, socioculturales y educativos y varios reconocimientos nacionales e internacionales por libros publicados para grandes y pequeños, sin embargo, despojada de todo el background que la envuelve, es una niña de corazón y de alma, que trata de enseñar a los adultos, a volver a ser niños.
Buenamoza por demás y con unos ojos negros brillantes que se iluminaban cada vez que hablaba, dejó saber que desde que se convirtió en educadora ha sentido un apego enorme hacia los niños, pues ha visto en ellos a unos “sabios naturales”, que con espontaneidad genuina, perciben el mundo de una manera distinta.
Este aspecto fue muy fácil de ratificar, cuando minutos después contó que además de enseñarles y trabajar en el aula, les cantaba, los escuchaba con atención y se sumergía en las historias creadas por ellos mismos. Por supuesto, esto generó frutos y aunque se inició en la escritura a los 7 años, es a raíz de esas andanzas con los pequeños y con la crianza de sus hijos, cuando comienza formalmente a escribir cuentos, que han sido apoyados por diversas editoriales y que han recorrido el mundo alimentando los sueños.
Hasta la fecha, tiene en su haber 26 libros publicados y otros inéditos para diferentes grupos. En cuanto a los temas, uno es más interesante que el otro; pues con Rosario, cualquier momento, anécdota o acontecimiento, pueden ser contados con simpatía, apelando a lo bonito de la vida y a lo importante de vivirla.
Aprender haciendo…
Por su filosofía como pedagoga, fue necesario hacer una pausa obligada para hablar de la educación, vista por ella misma como un agente transformador de la sociedad, que puede facilitarnos la tarea de cambiar el mundo.
De acuerdo a su criterio, hace falta una formación que innove, que se modernice, que vaya mucho más allá y deje a un lado viejas teorías. Una educación que sea humana, cercana y en la que desde pequeños se nos enseñe sobre las experiencias vividas, planteándonos el hecho de cambiar el ¿Qué aprendiste? Por el ¿Qué sentiste? “Yo sueño que la educación en Venezuela pueda ser basada en el desarrollo de la efectividad y de la sensibilidad, si se alcanza eso, todo podrá ser diferente”.
Así mismo, me comentó que seguimos amarrados a paradigmas del siglo XIX, instaurados en el siglo XX y no adaptados al siglo XXI, lo que genera que los métodos sean repetitivos y el proceso de enseñanza-aprendizaje se convierta en algo rígido, ortodoxo y que no contemple las múltiples herramientas con las que se puede crecer.
“Simón Rodríguez decía que hay que aprender haciendo, jugando y errando, por supuesto, viniendo de un maestro como él, es totalmente válido”, afirma Rosario, moviendo sus manos una y otra vez con cierta sutileza, para defender una postura en la que cree y que a su edad, ampara con razonamiento.
Un mensaje para el niño interno
A pesar de dejar claro que su discurso es aplicable en su gran mayoría a los infantes, de manera subliminal, también lo es para los adultos. Pues considera que al hacernos grandes, escondemos el niño interno que habita en el corazón y que se cohíbe en manifestarse por conflictos internos, apariencias, miedos y una sociedad injusta, que nos ha llevado a ser esclavos de un sistema, donde ser diferente, es algo malo.
En este punto, habló de los abuelos y dijo que no existía una cosa más bella que ser adulto mayor, porque entienden la felicidad de otra manera y vuelven a ser niños, sin importar tirarse en el piso, cantar o reír. Por eso es que los padres, deben esmerarse por enseñar a sus hijos a ser felices, descubriendo sus verdaderos talentos, sin dejar a un lado el agradecimiento.
En definitiva, Rorario parte del hecho de hacer cómplice al niño de su proceso de aprendizaje, para enrumbarse en el tren de las alegrías que le permitirá más adelante ser una persona realizada, productiva y próspera. De allí que ha diseñado también varios programas dirigidos a representantes y docentes, para ayudarlos en el interesante proceso de instruir, desde la sencillez de lo desapercibido.
Avanzado el encuentro y manifestando que le gusta escribir lo que registran sus sentidos, trajo a la sala algunos de sus textos más conocidos, todos coloridos, con ilustraciones llamativas. Debo confesar, que por un momento, lo quise todos, sin embargo y con un gesto de afecto que no me esperaba, me obsequió uno de sus preferidos: “El niño que soy”, dedicado a conciliar al lector con la dignidad y con el respeto que sustentan las relaciones humanas, por demás, auténticas y enriquecedoras.
Luego de presentarlos uno a uno con mucho orgullo, me habló de su más reciente creación, titulada “Nuestra Señora de Coromoto”, que escribió a solicitud de las hermanas trapenses del Monasterio de Humocaro Alto, con la idea de hacer llegar a los pequeños la historia oficial de esta advocación de la virgen María, afianzando la memoria histórica del venezolano, con un lenguaje sencillo y ameno.
Llegadas las seis de la tarde, le tomé algunas fotos y se presentó el momento de despedirnos, no sin antes expresarle mi admiración y mis ganas infinitas por volverla a ver. Historias como las de ella, tienen un valor incalculable y que satisfactorio es poderlas compartir a través de esta ventana… ¡Gracias por permitirme llegar a ustedes!
Más allá de las letras
¿Dibujar o colorear?
Colorear
¿El inicio del cuento?
Nunca convencional
Un tema musical larense…
Como llora una estrella
¿El lugar para escribir?
Cualquiera
¿Dulce o salado?
Dulce
Una flor
La cala
Fruta favorita
El mango
Ser mujer es…
Ser creadora
3 valores para Rosario
El respeto, la solidaridad y el amor
¿La mirada de un niño?
El leguaje del alma
“Creo que cualquier expresión artística es un instrumentos extraordinario para que el ser humano crezca y se entienda mejor con los demás”.
“La literatura es para disfrutarla, para vivir la vida de otros y para ser mejores personas”