José Barreras no pierde la compostura. No se inmuta ni se enerva ante las preguntas que pudieran ser incómodas. O por lo menos lo disimula muy bien. Tampoco es pedante. Claro, es periodista y psicólogo. Se resiste a morder el anzuelo. Si bien tiene un poco más de cuatro años como actor político, sabe tomarse el tiempo para responder, así lo demostró durante el Desayuno-Foro de EL IMPULSO, en el que compartió experiencias y anécdotas relacionadas con sus dos pasiones: el periodismo y la política.
Aunque el año pasado el mandatario local se enojó y pidió ejercer su derecho a réplica por una nota publicada en este diario acerca de si había o no damnificados en el municipio a causa de las lluvias, en esta oportunidad lo valoramos apacible y consecuente.
Y es que sobre esos avatares del oficio, del juzgar apresuradamente, de la crítica, entre otros, conversó Barreras, quien ahora está del otro lado de la tribuna.
Atentamente escuchó las interrogantes de sus interlocutores, el arquitecto Juan Manuel Carmona, director del periódico y José Ángel Ocanto, jefe de Redacción, quien inició la amena charla con la pregunta: ¿qué muere o qué nace en un periodista cuando llega al poder?
Según el dirigente, se ganan detalles que se traducen en una expectativa más profunda.Mientras que el periodista pierde el aura inmaculada, quiera o no, se mancha su credibilidad.
“Eso es un río revuelto y si no estás bien agarrado te lleva. La política tiene su propia energía, el periodismo también”.
-Usted sabía cómo ser impertinente e insidioso, ¿cómo se siente ahora cuando ocurre al contrario?
-Hay dos cosas buenas de haber sido periodista y ahora ser político. Primero, siempre me detengo un poco para entender el papel del periodista. Eso me permite entender que en algún momento el periodismo no me favorecerá o me criticará. Lo segundo es que a veces me doy cuenta de lo impertinente que fui (risas). Me doy cuenta que también fui injusto, que pude haber juzgado sin saber muchas cosas, que pude haber dicho cosas sin conocer el fondo del asunto. Puedo entender más al periodista aunque a veces mis emociones puedan más que ese racionamiento y me ponga bravo, a su vez, comprendo los errores que yo pude haber cometido al no indagar lo suficiente. Ningún periodista es perfecto. Nadie lo es.
-Muchas veces en actores de la oposición vemos que se calcan las mismas intolerancias que caracterizan al oficialismo, ¿por qué?
-Porque nosotros tenemos un problema cultural, que no tiene nada que ver con que siga o se vaya el actual Gobierno o llegue uno de nosotros a gobernar. La intolerancia es una especie de enfermedad que el Gobierno procuró como un virus y comenzó a inyectar en todos los sanos. Es una de las estrategias del Gobierno, que usa el odio como herramienta de lucha. El odio no lo inventaron ellos, simplemente esparcieron el virus, por lo cual hay una hostilidad inusitada entre los ciudadanos. Nos enfermaron de odio e intolerancia. El Gobierno ha sabido sacarle provecho a eso.
-¿A qué se debe esa estrategia suya de pintar los espacios públicos? La gente comenta que un alcalde debería estar trabajando no pintando paredes
-Eso tiene que ver un poco con nuestra cultura, una cultura que valida el hacer mucho más que el pensar. Una cultura proactiva pero muy poco planificada y organizada. Para la gente es importante que el político esté en la calle, dando la cara, como dicen los ciudadanos. Además, un alcalde es fundamentalmente la persona más cercana al pueblo. A mí me reclaman por el agua, la luz, las escuelas, cosas que no son competencia directa del alcalde. Es importante para cualquier político en Venezuela, no sé si en otro país, estar en la calle. La pintura es parte de un programa que tiene que ver con la recuperación del centro histórico y cívico de Cabudare, así como humanizar al municipio. En Palavecino tuvimos que iniciar de cero y para tener eventos culturales en una plaza, por ejemplo, tuvimos que hacer la plaza. Un día por mi comunidad es uno de los programas que me hace sentir orgulloso.
-Pero ¿de qué vale una ciudad bonita cuando hay anarquía y no se sanciona?
-Todavía somos muy débiles en programas realmente efectivos para cambiar un poco la mentalidad, la forma de estar y vivir en el municipio. Sin embargo, difiero un poco de eso porque cuando coexistes en un ambiente desordenado, sucio, el ciudadano común tiende a violar la norma. En cambio, cuando se está en un ambiente limpio, ordenado, la tendencia es a respetar la norma. Yo no considero que sea una pérdida de tiempo pintar, hacer un mural, que sea un dispendio de recursos que los ambientes en los cuales coexistimos estén bonitos pero sin duda deben ir acompañados de políticas mucho más efectivas.
-¿Qué pasó con el camino hacia la gobernación? ¿Barrera seguirá en la alcaldía?
-Yo elegí este camino para ayudar al cambio en este país. Por otra parte consciente de que Palavecino necesitaba un cambio tras 16 años de gobierno oficialista. Asumí este papel con un proyecto que me gustaría continuar. Ahora bien, no me gustaría seguir en Palavecino porque al Gobierno le dio la gana de suspender todas las elecciones. Quiero participar en elecciones, medirme en primarias si es el caso. Yo quiero seguir en Palavecino y ese es mi único plan. Mi plan es adelantar un proyecto en Palavecino, el cual requiere de más tiempo.
-Últimamente vemos que se parece a Falcón, en acciones, en gestos, en la verborrea, ¿lo está copiando?
-Durante toda mi vida he tenido como norte emular figuras reales, no idealizadas y exitosas en todos los ámbitos. En el periodístico José Luis Yépez fue un modelo a seguir. Henri ha sido un político muy singular y evidentemente exitoso, sino no tuviera 16 años gobernando. Cuando estuvo con el Gobierno se ganó el respeto de la oposición y ahora, estando en la oposición, goza del respeto del oficialismo. Tiene habilidades que no trato de copiar sino de que me sirvan como referencia.
-¿Pero no cree que debe hacerse de un perfil propio que no estuviese atado al destino de Falcón? Está condenado a su destino
-No estoy condenado, estoy afortunadamente ligado al destino de Falcón (risas). El perfil de un político se construye y yo en política tengo muy poco, construir un liderazgo propio no se compra en la tienda de la esquina. Mi destino político está vinculado al de Falcón cuando le vaya bien y cuando le vaya mal, por una simple razón, priva en mí, antes que la política, valores personales. El valor del agradecimiento va a permanecer en mí, aún en nuestras diferencias.
-¿Y qué pasó entre Falcón y Alfredo Ramos?
-Yo creo que la figura del alcalde de Iribarren y la figura del gobernador representa a dos sheriffs en un mismo pueblo. Históricamente todos los alcaldes y gobernadores terminan peleándose en este ámbito porque incluso la alcaldía de Iribarren tiene más recursos y es una de las más importantes del país. Macario y Orlando, Falcón y Amalia (Sáez), Reyes Reyes y Falcón. Esa relación entre el gobernador de Lara y el alcalde de Iribarren es muy delicada. Los entornos tienen una gran responsabilidad en ello porque cuando estos no se portan bien, no abonan el camino correcto, se generan rupturas ficticias. Entre Falcón y Ramos no hay absolutamente ningún problema, habrá desacuerdos, pero hay un gran respeto mutuo. Lo que tienen que cuidar son los entornos.
-¿Tres grandes promesas suyas como alcalde que haya cumplido?
-El mercado popular de Cabudare era un desastre. Yo lo intenté y lo logré. Hoy en día la avenida La Cruz está despejada. Se reorganizó a los trabajadores informales, de más de 1.000 a 400 trabajadores reales. Les pusimos a los comerciantes toldos, baños públicos, seguridad, eventualmente la clínica móvil. Es un mercado limpio, decente y seguro. La Zona Industrial de Palavecino es otra de las promesas que ha avanzado al punto que hoy hay un decreto de puerto seco. Hay una fábrica de tubos, allí se está construyendo una nueva estación de bomberos, galpones; vía iniciativa privada, vinculada al oficialismo. Hay un febril movimiento diario en la Zona Industrial. Finalmente está el tema de la basura. Pese a que hay deficiencias porque ha sido muy difícil la recolección de desechos, he ido cumpliendo con el plan diseñado. 25 comunidades están inscritas en un programa de reciclaje. En el último pesaje recogimos más de seis toneladas. Hoy tenemos una recolección aceptable, todavía tenemos fallas, cada vez que se nos dañan camiones. Sin embargo, estamos avanzando.
-¿Cómo está el tema presupuestario?
-El déficit presupuestario de la Alcaldía de Palavecino debe estar por el orden de los 380 millones de bolívares. He sido un muro de contención en el sentido de estar usando recursos propios para pagar la burocracia de Maduro, mi tesis es: la deuda de Maduro la paga Maduro y la deuda que yo adquirí cuando hice la convención colectiva al inicio de mi período, la pago yo. Eso lo he hablado con los sindicatos. No es sencillo pero esa es la situación financiera.
-¿Qué está haciendo la alcaldía para frenar la ola de robos que a diario se cometen en el municipio, roban casas todos los días?
-Nosotros nos reunimos a principio de año, hicimos tres reuniones estratégicas y una fue con la policía. Hay una serie de alternativas aplicadas en otras ciudades que no son convencionales pero que pudieran dar resultados. El tema de la inseguridad en el municipio ante las carencias del cuerpo policial pasa por la organización comunitaria y algunas iniciativas a lo interno de los urbanismos para estar más resguardados. Decidimos que la misma estructura que tenemos de fiscalización ambiental en cada comunidad la vamos a usar para organizar a la gente en materia de seguridad a fin de que entre todos ataquemos ese flagelo.