Ely Rafael Primera Rossell, o sencillamente Alí Primera, nunca cantó por reproche, menos para hacerse millonario, sino porque existe la miseria y hay la posibilidad de borrarla, nos dijo un día en San Cristóbal, Estado Táchira, con toda la naturalidad que lo caracterizaba.
Fue por allá entre los años 71 o 72, cuando mi cuñado, el desaparecido periodista Jesús Romero Anselmi y yo bautizábamos la casa del Movimiento al Socialismo (MAS), definido como un partido político socialista pero no marxista, que nació a través de serias críticas contra la doctrina soviética y otros modelos.
Entonces Alí, nuestro invitado de honor, nos adornó el grato momento forjando en sus canciones la historia de la Patria, del mundo, y su perspectiva de futuro construida en largas horas de lucha en los barrios y campos de su natal Venezuela.
Años después, en 1976 o 1977, tuvimos un grato reencuentro aquí en Barquisimeto, en ocasión de promocionarse la película Canción Mansa para un Pueblo Bravo, compartiendo mi habitación donde residía, posada de unas nicaragüenses ubicada en la carrera 18 con calle 22, con él y parte de sus acompañantes.
Durante sus dos o tres días de permanencia, largas fueron las noches donde razonamos sobre su poesía, su canto y amor por el país.
El film en cuestión, de Giancarlo Carrer, llamó la atención del público tanto por su título como por la buena música de Alí, muy de moda en aquel entonces, sobre todo entre los jóvenes de izquierda. Evidentemente, mucho más que la película trascendió su melodía.
El pasado 16 de febrero se cumplieron 32 años de la muerte trágica del cantor del pueblo, quien al salir del apartamento, en una autopista de Caracas, su camioneta fue impactada de frente por otro vehículo.
Aunque la actual revolución ha tomado su canto como bandera, dificulto que en vida compartiera las ideas de este gobierno porque, cuando correspondiendo al gesto de la liga socialista en 1983 encabezó sus planchas al congreso por los estados Lara y Zulia, asumió el reto con tres puntos fundamentales en los que se basaría su actuación como congresista: Defensa de la ecología, desarrollo de la cultura popular y defensa de los derechos humanos.
«Cuando en Venezuela se instale un gobierno progresista debe emprender un combate contra dos monstruos: el analfabetismo y la corrupción. Uno mantiene al pueblo en la ignorancia y el otro se aprovecha de ella. Quiero creer que tarde o temprano llegará el fin de la corrupción en Venezuela». Seguirá creyendo en el más allá.
El común denominador estima que las canciones de Alí estarían adaptadas a la doctrina de este gobierno, pero conociendo sus sentimientos de lucha, permanecería nublado observando cómo el hambre rompe estómagos en este país más miserable del mundo, y por mucho, según el Misery Index del profesor de Jonhs Hopkins University Steve H. Hanke publicado recientemente, y cómo la corrupción cabalga alegremente.
Su lucha reflejada en la canción no era más que la del pueblo, de la pobreza y la exclusión. ¿La actual Venezuela sería la que soñó? : “Siempre volará la idea aunque se pudran mis huesos”. Hoy contaría 76 años de edad.
“Hay que miseria, en tu tierra ancha, quien lo dijera, mi “mama” Pancha”.
Tu música será eterna, y mis recuerdos también, panita.