Detrás de cada funcionario que sale a las calles de la ciudad a “proteger el libre ejercicio de los derechos de persona” y a “prevenir la comisión de delitos”, como lo dicta la Ley del Estatuto de la Función Policial, existe una historia de vida, una formación familiar, una carrera -bien sea corta o experimentada-, un nivel de estudio, que, en Venezuela, según conocedores en la materia, cada vez se aleja más de lo requerido en un cuerpo policial ideal.
En opinión del coronel (r) José Rangel Terán, quien fue comandante de la Policía de Lara (1991-1992), segundo comandante de la Policía Metropolitana de Caracas (1993-1994) y jefe del cuerpo policial de Cumaná, como también de Carúpano (1979-1982), los entes policiales no son más que un fiel reflejo de la sociedad.
Como diestro en la parte teórica y práctica del tema policial, Rangel Terán ve con preocupación cómo los niveles de exigencia para la captación de policías han disminuido considerablemente debido a las políticas públicas en materia de seguridad emanadas del Ejecutivo nacional, todo ello debido al “empeño gubernamental” de subsanar a la brevedad el déficit de 40.000 policías (extraoficialmente) que existe en Venezuela, 10.000 en la Policía Nacional Bolivariana (PNB), según el mismo presidente Nicolás Maduro.
No obstante, esta problemática aqueja también a cuerpos locales y regionales. Solo en el caso de la Policía Municipal de Iribarren hacen falta al menos 400 oficiales.
En ese afán, asegura, se ve sacrificado –más de lo que ya estaba– el nivel de exigencia para la formación y el ingreso en un organismo. En oportunidades se dejan de aplicar o se es permisivo con las pruebas sicotécnicas y sicológicas para la admisión.
“Hoy tenemos chamos que ingresan a las policías con antecedentes policiales, algunos son azotes de barrio y después la gente te dice oye pero cómo es posible (…) Yo en mis tiempos vi casos así, pero eran faltas menores. Sin embargo, ahora se ven más porque cuando se requiere una cuota tan alta como la de los 10.000 hombres que pidió Maduro, ahí sabemos que la selección será de un nivel muy bajo para poder cumplir y sacar a la calle un producto que no está bien formado”.
Ética policial, Derechos Humanos, defensa personal, manejos de las armas y preservación de las evidencias, son conocimientos que, según cree, deben reforzarse y hacen falta en la formación policial actual.
Asimismo, a su juicio, el tiempo de oficialización es sumamente corto, puesto que solo cinco meses son suficientes, en algunos casos, para la graduación. El Curso Básico de Formación en Servicio de Policía toma alrededor de un año, mientras que en países como Argentina, Estados Unidos y España (en donde se encuentran los mejores y más confiables cuerpos policiales) ser policía toma de dos a tres años.
Falta de valores
Aunque la educación es deficiente, Rangel Terán aclara que esta no es la principal razón por la cual el Conarepol determinó en el 2007, por ejemplo, “crecimiento del sicariato cometido por policías”; sino la falta de valores en la sociedad y el núcleo familiar.
“Se supone que del hogar comienzan la enseñanza de valores y en las academias se van reforzando (…) Es lamentable y no es que vamos a generalizar, pero hoy observamos falta de vocación de servicio”, compara con su época de protagonismo.
En este sentido, apunta que la corrupción oficial se ha incrementado porque así lo ha promovido el Gobierno dentro de estas instituciones.
Se han perdido los valores, la ética, la disciplina, la moral. Nos hacen falta superiores que den el ejemplo.
Si hay un grupo contaminado y llega un muchacho recién graduado que ve a sus superiores en cosas irregulares, qué le queda a él, o incursionar porque te empiezan a ver mal pues hasta tu vida peligra”.
Situación rescatable
Niveles de exigencia más altos para que “se postulen los mejores”, mejor calidad en vez de cantidad en cuanto a la educación, “meritocracia” y supervisores ejemplares.
De esa manera, subraya el coronel (r) Rangel, debe combatirse esta “rescatable descomposición” policial.
“La política fue la que nos dañó a nosotros. La antigua PTJ, por ejemplo, fue modelo en el mundo y hoy ha decaído increíblemente. Hay países donde los funcionarios policiales son privilegiados, como en Estados Unidos, que viven en buenas urbanizaciones y tienen distintos beneficios, aquí, por el contrario, no hay motivación para ser funcionario y los mejores están pidiendo la baja para ser escoltas o vigilantes”.
La UNES vela por la formación policial nacional y regional
La educación policial inicial está dividida en cuatro trimestres, de 12 semanas cada uno como máximo.
Después de superar cada una de las etapas, la persona es habilitada para optar por ingresar a un cuerpo de seguridad tras unos meses de prueba.
Los primeros tres meses se le imparte a los bachilleres conocimientos básicos sobre la historia de la seguridad, matemáticas, habilidades de comunicación oral y escrita, orden de desplazamiento, introducción a la tecnología. Son ocho materias en total.
Posteriormente, el nivel de especificación policial va aumentando y el número de materias es de seis.
Derechos Humanos, ética policial, uso progresivo de la fuerza, lógica policial y servicio y patrullaje policial, son otras de las materias que componen la malla curricular policial.
Voceros de la UNES aseguran que las pruebas sicotécnicas para determinar las habilidades, actitudes, aptitudes, principios y valores, no se dejan de aplicar.
No obstante, admiten que hay errores:
“Ha pasado, sí hemos tenido infiltraciones (…) Uno de los requisitos es revisar los antecedentes, pero propio de los procesos de masificación hay márgenes de error. Pero en el transcurso del lapso académico salen los verdaderos expedientes y ese estudiante es expulsado”.
Luego del año de formación básica, está disponible la prosecución de estudios con el Técnico Superior Universitario de Servicio Policial (de 36 semanas) y posteriormente la licenciatura.
Escupol acreditada
La Escuela de Policías (Escupol) del estado Lara funciona bajo la acreditación y autorización de la UNES.
En esta institución, asegura su directora Marisol Machado, determinan el nivel de valores de cada persona que está optando por ingresar con las visitas al entorno familiar y al que se desenvuelve. También se aplican los exámenes requeridos.
“Si no pasa algún examen no puede quedar. La flexibilidad en lo que requiere a los exámenes, no la hay.
Nosotros debemos ayudar a la formación de un buen ciudadano, porque para ser un buen policía deber ser buen ciudadano”.
Afirma que la educación policial venezolana está “en la misma línea” que la internacional, adecuada a los requerimiento de la nación.
Sobre los altos índices de corrupción policial expuso:
“No es nada más en la policía. A quién le echamos la culpa, a la policía, la comunidad, los superiores (…) Si las comunidades dan mal la información para nuestro control, ¿la responsabilidad es de quién?”.
Mal formación es causal
Según la organización vigilante de los Derechos Humanos en la región Fuerza, Unión, Justicia, Solidaridad y Paz (Funpaz), la Policía Nacional Bolivariana es el cuerpo más señalado por tener mayor cantidad de funcionarios involucrados en hechos irregulares como robos, hurtos y secuestros.
Para el presidente de esta ONG, Andrés Colmenárez, debido a las “graduaciones exprés” que se hacen en la UNES, se agrava la problemática porque se colocan en las calles “muchachos sin capacidad técnica, sicológica ni ética, sino con la voluntad de aprovechar la envestidura para delinquir”.
“Todo esto no es una casualidad. Lo que hemos conocido de los regímenes autocráticos es que ellos promueven este tipo de escenarios porque la delincuencia tiende a ser un método de coacción para que el ciudadano común se limite y vea vulnerados sus derechos civiles fundamentales, como por ejemplo, el derecho al libre tránsito”, esboza.
Por ello, asevera, este Gobierno es promotor de la instauración de un Estado vulnerador de Derechos Humanos.
“No es ni siquiera difícil ni complicado (la solución). Los estándares internacionales de captación y entrenamiento son patrones establecidos que permitan al evaluador conocer de antemano la calidad de quien opta por un cargo en un cuerpo de seguridad”.