Con golpes en la cabeza asesinaron a dos compadres

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Como Alejandro José Gregorio Morales Suárez y Eduardo Jesús Pérez Sánchez, ambos de 29 años de edad, fueron identificados los dos jóvenes cuyos cadáveres aparecieron quemados en horas de la noche del viernes, en las adyacencias de la Circunvalación Norte, cerca de la quebrada El Mamón.

Tal como lo reseñó EL IMPULSO en su edición del sábado, los jóvenes, quienes eran compadres, estaban desaparecidos desde el miércoles 15 en horas de la noche. Según el relato de una de las hermanas de Morales Suárez, los jóvenes iban procedente del centro en un colectivo y se bajaron corriendo porque la unidad la habían robado. Fue en ese momento en que según los testigos unos sujetos desconocidos, a quienes señalaron como “funcionarios”, los interceptaron y los metieron en la maletera de un vehículo, aparentemente marca Chery.

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Los sujetos estaban vestidos de civil, pero portaban armas y chalecos. Igualmente esta acción fue vista por funcionarios de la Policía Nacional, quienes no hicieron nada al respecto, señaló el tío de una de las víctimas. Posteriormente el carro arrancó con rumbo desconocido.

En principio, el destino de los jóvenes esa noche era la casa de la hermana de Morales Suárez, quien los habría invitado a cenar en Las Tinajitas, lugar donde también residía él. A la cita nunca llegaron por lo que la hermana del joven comenzó a llamarlos y ellos no contestaban los teléfonos.

Fue el jueves en la mañana luego de acudir a varios puestos policiales cuando se movieron hacia la morgue. Allí les indicaron que llegarían unos cadáveres del oeste. Tras saber que no se trataba de su hermano, continuaron la búsqueda.

Toda la tarde del jueves bordearon la quebrada El Mamón, así como  zonas adyacentes a la Circunvalación Norte, a la altura de la Zona Industrial III, y nunca dieron con ellos.

Este viernes continuó la búsqueda, repitieron algunos recorridos e incluso en algunos puestos policiales les indicaron que no podían ayudarlas. Fue al final de la tarde cuando  se produjo el hallazgo.

La hermana de Morales Suárez indicó que él estaba irreconocible, muy quemado, pero supo que se trataba de ellos porque sí reconoció a su amigo Pérez Sánchez por una esclava que llevaba y unos tatuajes. Aunque el hombre también fue quemado, parte de su piel no fue consumida por las llamas y se le apreciaban los tatuajes.

Moradores de la zona indicaron que observaron llamas el miércoles en la noche, pero pensaron que era la maleza.

Los cadáveres fueron trasladados hasta la morguecita del Cementerio Nuevo, y ayer en la mañana se realizaron las respectivas autopsias.

Los expertos no visualizaron herida alguna ocasionada por el paso de un proyectil. Observaron golpes a nivel del cráneo, lo que arrojó que fueron asesinados con un objeto contundente y posteriormente quemados.

Se conocieron en el trabajo

En las afueras de la morguecita estaba gran cantidad de familiares y amigos de ambos muchachos, quienes lloraban sus muertes.

“No merecían morir así. Eran grandes padres, grandes hermanos”, coincidían todos los presentes.

Los jóvenes, quienes eran compadres, tenían una amistad desde hace siete años aproximadamente. Se conocieron cuando trabajaban en Droguerías La Nena.

Alejandro Morales Suárez había dejado de trabajar hace dos años. Residía en Las Tinajitas y era padre de un bebé de 4 años.

La madre de este joven supo de la muerte la mañana de ayer. Sus hijas no quisieron decirle nada, a pesar de que en horas de la noche del viernes la vieron orando para que su muchacho apareciera sano y salvo.

Ella con gran dolor expresó que su hijo tenía una conducta intachable, jamás se metió en problemas y nunca registró una entrada policial. “Allá está un Dios y ellos lo van a pagar”, expresó la dama, a quien le sostenían sus manos otros familiares, mientras le daban consuelo por lo sucedido.

“Era una persona dedicada a su hijo, él era sus ojos, al igual que su madre, siempre estuvo pendiente de ella. Era tan preocupado que se sentía desesperado porque no tenía trabajo y necesitaba dinero para su hijo, pero estaba muy contento porque el jueves tenía una entrevista de trabajo”, relató una tía, quien también indicó que entre sus planes estaba irse para Colombia a buscar mejoras para su familia.

Por su parte, Eduardo Pérez Sánchez hacía cinco meses que se retiró de la droguería, era el mayor de seis hermanos y padre de dos niños: uno de un año y otro de seis. Residía en el barrio El Coreano.

Una hermana comentó que solía quedarse fuera de la casa y se alertaron de su ausencia el jueves en la mañana. Tras comunicarse en horas de la tarde con la familia de su compadre, supieron lo sucedido.

“Eran personas que no se metían con nadie. Al que es bueno le pasan las cosas malas y al malo nunca le pasa nada, sigue echando broma por allí. Por eso es que Venezuela está así”, resaltó una amiga de ambos jóvenes.

Estas familias exigen justicia.

En El Trompillo

A las 10:45 de la noche del viernes a la emergencia del Hospital Central Antonio María Pineda, ingresó Wilcar de la Cruz Rosendo Castillo, de 18 años de edad. El joven presentó un disparo en el abdomen.

Según versión de su tía Eloisa Gordillo, unos sujetos desconocidos lo interceptaron para robarlo y como se resistió le dispararon.

El hecho fue en las adyacencias de su vivienda en el sector Brisas del Norte II de El Trompillo, comunidad ubicada al noroeste de la ciudad.

Minutos después de su ingresó al centro asistencial murió.

 

 

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