“No me dieron la casa, pero me dieron trabajo, ¿qué más riqueza que esa amigo mío?» Carmen Virgüez Arenas.
El pan más sabroso es el de ganarse el salario con el propio sudor. El miedo al fracaso es tan poderoso que lleva el hombre a tomar decisiones apresuradas, lamentables. Decidir dejar el quehacer que da comida y tranquilidad es cometer un gran error, en un país sin fuentes de trabajo ni manera cercana de que salga de la crisis y regrese el progreso.
Desesperado estaba aquel que había dejado lo que le garantizaba vida y tranquilidad, dejando su puesto vacío que pronto la necesidad de otro ocuparía. -Tenía un gran arrepentimiento dentro de su pecho, el abismo le invitaba hacia el fondo aterrador de las necesidades, su limbo que al cabo era ya su infierno. Tuvo en sus manos la riqueza de producir tranquilidad y la dejó escapar. Buscar trabajo y encontrar solo puertas cerradas, no es raro en un país al que le han destruido la mayoría de las fuentes de trabajo que no solo ha afectado al mundo empresarial sino a sus empleados y familias. Algunos deciden retirarse de su trabajo en lugar de cerrar filas a su alrededor, afrontando unidos cualquier adversidad. Ponerse contra su empleador es ponerse contra sí mismo, definitivamente es perder.
La bárbara medida de destruir sin tomar en cuenta lo que significaba dejar en la calle al obrero, evidencian hoy más que nunca las inmensas necesidades y hambre de la población, cuyos hijos profesionales se han visto obligados a tocar puertas en el exterior, buscando la oportunidad de tener una vida digna, fuera de este caos de supremo hundimiento económico.
Una empresa está constituida por empresarios, jefes y mano de obra. Para sobrevivir tiene que rendir resultados. La clave del éxito depende de su gente, de su dedicación y su defensa al trabajo de todos. Si la empresa sufre, sus empleados sufren, si cae la productividad todos unidos la recuperarán poniendo cada uno lo mejor de sí. Solución no está en abandonar aquello que le ha brindado la oportunidad de tener una vida digna por años. Una empresa es sostenida por los pilares del trabajo de todos unidos. Si un pilar falla se desestabiliza y si fallan varios todo puede desplomarse. Es la unión de todos, la responsabilidad, el empleo del cerebro y el amor al trabajo lo que hace la fuerza que lo sostiene en circunstancias tan adversas como las que azotan a Venezuela hoy más que nunca.
Las empresas son fuente de vida y beneficios que llegan a toda la familia. Si se agota la fuente de la que tantos beben se agotan las entradas a la casa. La envidia, los odios y la ingratitud hacen mucho daño a una empresa, igual que ella el empleado no se libra de sufrir las consecuencias de perder el apoyo del trabajo.
Es este el momento más cruel de la historia nacional, en el que el hambre es el principal reclamo, la angustia y protesta del estómago cansado de esperar lo que nunca llega. La falta de salud es el resultado de un HAMBRE no mitigada, colapsado está el estómago y la salud de la patria, condenada a las desgracias y penurias que padece a diario.
El hombre vive su propia novela, forja su propia historia, elige su destino; es él y su circunstancia: “Si no salva su circunstancia no se salva él”. Ortega y Gasset.
Las limosnas no garantizan vida ni futuro. La mayor riqueza del hombre es el trabajo y por él debe luchar y defenderlo contra cualquier tiranía. Si no defiende su trabajo he allí lo que le espera, que vemos a diario por estas calles: Hambre, desnutrición, escasez, desolación, colas y miseria…