El origen del Estado y el Gobierno surge a partir de la necesidad de regular la vida del hombre en Sociedad, resguardad los derechos de la vida en común, brindar seguridad y armonía, evitando el desorden y la anarquía.
¿Qué pasa cuando el principal objetivo del Estado no funciona? ¿Cómo definimos un Estado en donde la impunidad alcanza el 97%? ¿Cómo definimos a un Gobierno que arrastra en sus espaldas casi 300.000 muertes violentas en los últimos 18 años de gestión? La respuesta es un Estado fallido con un Gobierno fracasado.
Lamentablemente esta es la realidad venezolana, ahora bien, ¿porque ante un Estado fallido y un Gobierno fracasado no se perciben respuesta de la sociedad para salir de esta adversidad? Pienso que las respuestas se han venido dando en diferentes contextos, pero de forma desordenada, la sociedad resiente las consecuencias de un mal Gobierno, pero no logra articular organizadamente una reacción que en definitiva sustituya el mal Gobierno y empiece a reconstruir el Estado hecho pedazos.
¿Quién es el responsable de articular a la sociedad? Una sociedad organizada es capaz a través de sus organizaciones de articularse por sí misma, lo es también sus instituciones, especialmente las organizaciones políticas, empresariales, sindicales y educativas, lamentablemente en Venezuela ninguna de ellas ha sido capaz de reaccionar favorablemente contra el Gobierno, pareciera que cada una estuviera por caminos distintos.
Me quiero referir en esta oportunidad a las instituciones políticas, específicamente a los Partidos Políticos, ¿Qué ha pasado con ellos? ¿Por qué no son capaces de direccionar a la sociedad a un camino que los libere del mal Gobierno? En mi reciente experiencia como militante activo de un partido político, puedo afirmar que hay un exacerbado complejo de ocupar cargos, lo que he definido como el virus del “carguismo” o “carguitis” aguda, desde el militante ubicado en el último eslabón de la cadena, hasta el que se encuentra en la posición más alta tiene aspiraciones, aclaro que no estoy en contra de las aspiraciones legítimas, ellas son una de las características del militante político, el problema es cuando la aspiración particular supera la colectiva, en estos momentos en Venezuela el problema no se puede reducir a quienes serán los hombres que ocupen los cargos de dirección, el problema central de Venezuela es ver cómo logramos recuperar el Estado.
En esto último radica el problema central de los venezolanos: Un Estado secuestrado por un Gobierno fracasado que ha dado como resultado un Estado fallido, una de las fundaciones internacionales encargada de estudiar la fragilidad de los diferentes Estados del planeta, “The Fund for Peace (FFP)”, recientemente públicó su reporte anual sobre los Estados frágiles o fallidos de 2016. En él podemos ver a Venezuela ubicada en la clasificación de “high warning”, que es la numero 9 de 12 en total, junto a países como: Líbano, Guatemala, Irán entre otros. En nuestras manos esta recuperar el Estado.