Cuando la costumbre de los venezolanos de comer arepas como plato principal o como acompañante de cualquier comida se altera por la escasez del ingrediente principal para prepararlas se buscan opciones para sustituirlas. El pan es una de estas. Pero es también un producto difícil de comprar, de costo elevado y menos rendidor que la harina precocida.
Casi a diario Jairo Pérez gasta entre 4 mil y 5 mil bolívares en pan para una familia de siete personas. En las panaderías, esta semana el pan francés, si lo venden, cuesta entre 150 y 200 bolívares, el canilla entre 500 y 700 y el campesino entre 800 y 900 bolívares.
Pérez cree que es preferible adquirir harina porque “la arepa llena más”, en cambio, el pan satisface menos. Al comparar el gasto entre ambos artículos encuentra que la harina comprada a sobreprecio vale 3.500 bolívares, pero es más difícil de conseguir.
Otros prefieren pasar 20 minutos o más en una cola para comprar pan porque se les dificulta sobremanera hallar harina precocida o no tienen molino para el maíz, como enumeró sus desventajas una mujer que prefirió omitir su nombre mientras esperaba su turno en la fila en una panadería y quien necesita con frecuencia casi diaria tres panes campesinos para seis personas.
Hay también quienes dejan al azar el modo de alimentarse, como lo declaró Rafael Yajure cuando se le preguntó cuál producto prefiere: “Lo que encuentre primero, porque ahora no se puede escoger”. Además, refiere, “no hay nada barato”. Pocas opciones, todo costoso.
Intentan complacer al cliente
Aunque en diciembre la distribución de materia prima se normalizó, desde el 15 de enero comenzaron de nuevo los problemas para abastecerse en las panaderías. De modo que los empresarios que menor inventario tienen buscan alternativas para mantener abiertos los establecimientos.
Entre las medidas aplicadas prefieren hacer pan solo dos veces al día: al mediodía y al final de la tarde, y en la mayoría de los casos limitan la venta a 2 unidades grandes o 10 pequeñas.
En establecimientos como el de avenida Venezuela, esquina de la calle 33, explicó el encargado Arnaldo Vásquez, han optado por comprar harina brasileña, pero por ser de mala calidad para preparar panes salados la mezclan con la producida en el país –comprada a sobreprecio en el mercado negro- y así ofrecer un mejor producto a los clientes. También preparan el pan enriquecido y lo venden a mayor precio porque necesita una cantidad superior de ingredientes como manteca, margarina, esencias y harina.