En días pasados una joven estudiante le reclamó al Presidente Maduro en su acostumbrado programa dominical que sus compañeros en el liceo se desmayaban de hambre y que el servicio de comedor se encontraba suspendido desde hace dos años. Este testimonio expresa la dramática realidad que actualmente se vive en nuestras escuelas y liceos, y que el gobierno insiste en ignorar.
Cáritas – Venezuela recientemente publicó un estudio denominado “Línea basal del monitoreo centinela de la situación nutricional en niñas y niños menores de cinco años” realizado en 25 parroquias de los estados Miranda, Vargas, Zulia y el Distrito Capital, que arroja resultados que colocan a nuestro país al borde de entrar en la clasificación de crisis humanitaria de la OMS.
El estudio encontró que el 25% de los niños tiene desnutrición aguda y el 28% se encuentra en riesgo de desnutrición, reflejando que más del 70% de los hogares ha deteriorado su alimentación, careciendo incluso de alimentos culturalmente importantes para la población, (como puede ser el caso de la arepa y los granos). Asimismo, refleja algo que escuchamos a diario: Los adultos y especialmente las madres están dejando de comer para alimentar a sus hijos.
Otro hallazgo estremecedor indica que el 8% de los hogares estudiados refiere alimentarse de las sobras de restaurantes y de contenedores de basura.
Por otra parte, apenas el 2% de los hogares estudiados manifestó beneficiarse de los CLAP, hasta ahora la única medida implementada por el gobierno nacional para paliar la crisis alimentaria.
Los resultados revelan la magnitud de la tragedia que vivimos y constituyen la prueba más dramática del fracaso del modelo económico y político que ha hecho retroceder al país varias décadas. La generalización de la crisis alimentaria refleja la ausencia del Estado y de políticas sociales más allá de una relación clientelar con los electores.
La población más vulnerable en una sociedad son los niños entre 0 y 5 años y las mujeres embarazadas y hasta ahora no existe una política que atienda a este sector de la población. Los especialistas señalan que el desarrollo cognitivo de los niños desnutridos se compromete seriamente y por tanto en el futuro el Estado venezolano deberá garantizar la educación especial para este sector de la población. Lo que está en juego en este momento es el futuro de una generación de venezolanos nacidos a partir del año 2012.
En el ámbito de la sociedad civil se ha dado un proceso muy interesante de organización espontánea de la solidaridad a través de la Iglesia Católica y las diversas iglesias que hacen vida en el país. Pero la magnitud del problema es tan grande que sin el apoyo del Estado resulta insuficiente. Cáritas reconoce que sólo puede ayudar a aproximadamente al 2% de los niños en riesgo.
La única respuesta ofrecida por el Estado son los CLAP, un sistema improvisado de dádivas, vinculado con la filiación partidista. Además los expertos señalan que el contenido de las bolsas está compuesto exclusivamente por carbohidratos que no garantizan una sana alimentación para el grupo familiar.
El diseño e implementación de una política social de emergencia destinada a los grupos más vulnerables es el primer paso. Es necesario comenzar a resolver de manera inmediata el problema alimentario con ayudas directas a la población a través del apoyo de la cooperación internacional, para luego diseñar una estrategia combinada en la que se trabaje en el fortalecimiento del derecho a la salud de niños y lactantes bajo un esquema de corresponsabilidad con la madre. Para esto será necesario diseñar un esquema de focalización que optimice la inversión de los recursos y logre cambios significativos en el mediano plazo.
La tríada escuela – hogar – e instituciones de salud debe ser fortalecida bajo un trabajo conjunto en el que los servicios de salud y educación gratuitos sean accesibles a la población y brinden servicios de calidad.
Pensar en una política social centrada en el bienestar de los más vulnerables implica la articulación entre los diversos ministerios que agrupan el área social, gobernaciones, alcaldías, la cooperación internacional y la sociedad civil. Es la única manera de revertir el terrible daño que se ha hecho a la infancia venezolana.
