El Aissami, hombre de hierro del chavismo al que EEUU acusa de narcotráfico

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El vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, incluido por Estados Unidos en su lista de narcotraficantes, es un abogado de 42 años que se confiesa «radicalmente chavista» y que es visto como la mano de hierro del gobierno de Nicolás Maduro.

De origen sirio-libanés, El Aissami captó la atención del fallecido líder Hugo Chávez (1999-2013) cuando era un impetuoso dirigente universitario, iniciando así una carrera meteórica que lo llevó a la vicepresidencia el pasado 4 de enero.

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Aunque tacha las sanciones estadounidenses como una «infame y miserable agresión», también las considera un «reconocimiento» a su condición de «revolucionario antiimperialista».

«Ahora con más fuerza haremos irreversible nuestra revolución», juró este martes, remarcando que su moral está «intacta».

La medida del Tesoro norteamericano prevé el congelamiento de los bienes que pueda tener en Estados Unidos y la prohibición a ciudadanos y empresas de ese país de hacer negocios con él.

Se le acusa de estar detrás de cargamentos de droga enviados desde Venezuela a México y Estados Unidos mientras era ministro de Interior (2008-2012) y gobernador del estado Aragua (2012-2017).

No tiene visa estadounidense, según el diputado chavista Pedro Carreño.

Muy cuidadoso de su apariencia física (en los actos oficiales luce impecables trajes y siempre está bien peinado), El Aissami es por ley el potencial sucesor de Maduro si éste no pudiese completar su período (2013-2019).

«Que no nos distraigan estas miserables provocaciones. Nuestra principal tarea es acompañar a Nicolás Maduro en la recuperación económica», afirmó, para no dejar duda una vez más de su «lealtad» al mandatario, quien enfrenta un fuerte rechazo popular.

«Rostro de la represión»

El Aissami «es un hombre de absoluta confianza del presidente Maduro y también lo era de Chávez», recordó a la AFP Juan Barreto, exalcalde chavista de Caracas.

Fue parlamentario en 2005, viceministro de Seguridad Ciudadana entre 2007 y 2008, y después ministro del Interior y gobernador de Aragua.

Tras su nombramiento como vicepresidente, prometió llevar al chavismo a un reencuentro «con el pueblo» para defender «el legado» del difunto gobernante, de cuyo ideario se declara un seguidor radical.

Las encendidas arengas de su época universitaria han dado paso a un tono pausado en sus discursos, pero dirigentes opositores como el diputado Luis Florido lo definen como «el rostro de la represión». Aseguran que las violaciones de derechos humanos aumentaron durante su gestión ministerial.

Cliver Alcalá -militar retirado que participó en el fallido golpe de Estado encabezado por Chávez en 1992, pero crítico de Maduro- ha alertado sobre la línea dura del vicepresidente, con «abusos y persecución por pensar distinto».

El Aissami encabeza desde el 10 de enero un «Comando Antigolpe», cuyas actividades llevaron a la cárcel a media docena de adversarios del gobierno acusados de conspiración.

Uno de sus colegas en esa ofensiva es el general Néstor Reverol, ministro de Interior y Justicia, y exjefe de la Guardia Nacional, quien en agosto pasado fue acusado en un tribunal federal de Nueva York de recibir pagos de narcotraficantes.

Futbolista fugaz

La militancia izquierdista del vicepresidente es herencia de su padre, Zaidan Amin El Aissami, cabeza de una familia sirio-libanesa que migró a Venezuela y se instaló en la futbolera localidad de El Vigía (estado Mérida, oeste).

Zaidan fue arrestado durante la intentona golpista de 1992.

El Aissami ha tenido una cercana relación con el equipo de béisbol Tigres de Aragua y con el de fútbol Aragua FC.

Incluso, en 2015, siendo gobernador, fue fichado como delantero por la oncena aragüeña, de la primera división, aunque no llegó a debutar.

Chavistas alejados del gobierno de Maduro, como el exalcalde Barreto, le han dado un voto de confianza como vicepresidente. «Mencionó un reencuentro con el pueblo, veremos si lo hace desde el sectarismo o desde una visión de amplitud», expresó Barreto.

Sin embargo, las sanciones de Estados Unidos reavivan las sospechas que lo rodean desde que The Wall Street Journal publicó en 2015 que era investigado en ese país.

Según el Departamento del Tesoro, El Aissami recibió pagos del capo venezolano Walid Makled y tiene lazos con el violento cartel mexicano de Los Zetas.

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