El cobro de la pensión de jubilación del Seguro Social de las personas de la tercera edad, se ha convertido en un calvario para todos estos beneficiarios, dadas las calamidades a las cuales son sometidas por parte de algunas instituciones financieras.
Me ha tocado ser testigo de excepción, como estas personas mayores pasan mucho trabajo, para llegar hasta las entidades bancarias correspondientes, donde después son sometidas a largas e interminables colas, malos tratos y hasta vejaciones en algunas ocasiones.
Cierto personal bancario y de seguridad, no todos por supuesto, algunas veces carecen de buenos modales y tacto necesario para atender a estos usuarios tan especiales, a los cuales por su edad y algunas dificultades físicas o neurológicas, se les debería dispensar una atención acorde con su condición de abuelitos.
Sin embargo esto no ocurre así, y es algo común, como de repente alteran los horarios de servicio al público, la indolencia ante la inclemencia del tiempo en la parte exterior de las entidades, y la tendencia a cancelar el monto de la pensión, con billetes de baja denominación, abultando y dificultando esconder en sitios estratégicos el dinero cobrado.
También es notoria la ausencia de personal de seguridad y de funcionarios de orden público en los alrededores de las oficinas bancarias, lo cual convierte a los pensionados, en presa fácil de la delincuencia organizada, exponiéndolos a ser despojados de su dinero y a cualquier agresión física.
Ahora bien, toda esta cantidad de dificultades son del conocimiento público de los entes involucrados y de las autoridades encargadas de tomar medidas para enderezar todos estos entuertos, que desembocan en perjuicios a estos pensionados; igualmente las entidades financieras son conocedoras de estas anomalías y no dan muestras de aplicar correctivos, que permitan corregir las deficiencias.
En oportunidades hemos observado la feliz iniciativa de la Alcaldía de Iribarren, a través de sus organismos sociales, de proveer en las inmediaciones de las entidades bancarias, baños portátiles, carpas, refrigerios, comidas, para que a los viejitos se les haga más llevadera la enorme faena que implica el cobro de una pensión, labrada con trabajo y sacrificio; aspiramos que este aporte se convierta en algo permanente.
Finalmente, creemos necesario y pertinente proceder a revisar todos los procedimientos que conllevan a hacer efectivo este beneficio social de las personas de la tercera edad, de tal forma, que los beneficiarios disfruten este logro, sin tener que soportar el cúmulo de dificultades a las cuales son sometidos, y las mismas se pueden obviar, con solamente disponer de buena voluntad, sensibilidad y deseos de brindarles felicidad a nuestros ancianitos. Valor y Pa´lante.
