Basta leer la transcripción de la entrevista televisada que al principio de los ochenta le realizó Carlos Rangel al fundador de La Causa R, Alfredo Maneiro, para entender la originalidad del pensamiento “demócrata radical” de ese filósofo de la política venezolana, el cual no pudo culminar su tesis producto de una temprana y repentina muerte. Recordarlo, interpretarlo y entenderlo en este momento, cobra total pertinencia no solo por el hecho de conmemorarse el aniversario ochenta de su natalicio, sino sobretodo por las circunstancias históricas actuales que plantea con más vigencia que nunca el dilema entre democracia y militarismo.
En la citada entrevista Rangel trata de acosar a Maneiro con el tema del marxismo, obteniendo respuestas de un tenor insospechado que vale la pena recordar. A la primera acusación de marxista, Maneiro, quien nunca negó su referente ideológico de origen, le restó importancia a la etiqueta aclarando que hay igual o más diferencias entre quienes se consideran marxistas que entre aquellos y sus contrapartes ideológicas. A la segunda ofensiva del genial entrevistador, Maneiro despacha el asunto diciendo que en ningún caso pretende convertir el dogma marxista en propaganda partidista, entre otras cosas porque no quiere “conquistar el cielo con escapulario ajeno”, cerrando el debate con esta frase inmortal: “Para nosotros, el problema es la democracia y la solución es la democracia”.
Maneiro, filósofo al fin, entiende a Marx dentro de su tiempo y espacio sin pretender perpetuarlo en dogma universal. Le da el valor histórico que tiene sin desmeritar la evidencia incuestionable de que en su nombre se han oprimido a los pueblos una y otra vez. Por eso dejó al Partido Comunista y se negó a conformar el MAS justamente por creer que este no había superado tampoco aquellas etiquetas ideológicas que atentaban con el objetivo real de la democratización de la sociedad. La Causa R de Maneiro fue quizá el primer (quizá el único) partido que convirtió a la democracia en su única ideología superando todo complejo dogmático.
Por eso Maneiro fue uno de los pocos que advirtieron las nefastas consecuencias que iba a traer al país la cultura del rentismo petrolero en la que los beneficios sociales ya no iban a ser producto de la lucha de base sino de la voluntad arbitraria de quién administre dicha renta. Para Maneiro era una aberración y perversión los aumentos salariales por decreto, ya que lo importante para él no era el beneficio en sí, sino el formato democrático de la lucha para que los derechos fueran tales y no mecanismos de control social. Este pensamiento antipopulista no se conseguirá en ninguna izquierda y tampoco en ninguna derecha conocida en Venezuela, ya que ambos extremos parecen coincidir en el propósito de perpetuar una hegemonía a través del secuestro de la industria petrolera.
Por eso es que ofende tanto la expropiación de su figura de parte de una cúpula militarista y antidemocrática que contradice en lo más profundo su pensamiento. Ponerle a un monopolio estatal de papel periódico con el que se censura y coarta la libertad de pensamiento, el nombre del fundador del primer diario sindical que le dio tribuna a los obreros para su lucha contra el poder establecido, es un crimen histórico. Este Gobierno enemigo de la libertad sindical que destruyó el salario por decreto y que ahora no es capaz ni de convocar unas elecciones regionales, no puede seguir utilizando el nombre de Alfredo Maneiro, quien además advirtió en esa misma entrevista hace treinta y cinco años lo siguiente: “Quienes sueñan con solucionar este país por la vía de una dictadura ilustrada o de un nuevo mesianismo no sólo están equivocados, sino que su equivocación, eventualmente, puede dañar al país”. Y así fue.
No tengo duda que la democracia se recupera ejerciéndola, quizá sea ahí donde hemos fallado como oposición. Por eso es que desde el partido que fundó Alfredo Maneiro hoy decimos, reivindicándolo,que “La Causa es la Democracia”.