Camino de la cruz

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“Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”. Simón Bolívar

“Vía crucis” son dos palabras latinas cuyo significado se traduce en el recuerdo de los dolores de Jesús en las 14 escenas o estaciones, últimas horas de su vida que hoy reencarnamos los venezolanos.

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¿En cual estación nos detendremos y cuantas vamos a recorrer?

Reflexionamos sobre el sufrimiento extremo en el que nos tiene este gobierno que trata de arrastrarnos hasta un Auschwitz, tétrico campo de exterminio nazi donde murieron cruelmente 1,1 millones de personas, que el pasado 27 de enero cumplió 72 años de su liberación.

Triste destino porque nadie vendrá a rescatarnos, menos una oposición a la que el pueblo perdió su confianza, dedicada a sembrar ilusiones con un bla, bla permanente que se queda en el vacío, como el famoso revocatorio del cual extrañamente no hablaron más, y una Asamblea Nacional ignorada totalmente.

Estamos solos y desgastados. Ya no valen marchas, tomas de calle, cacerolazos, mesas de diálogo, porque todo se ahoga en amenazas de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, uno anunciando llevar amas de guerra a las zonas populares para defender la soberanía, y otro ordenando colocar carteles en instalaciones públicas con la frase “Aquí no se habla mal de Chávez”; además realizan constantes escaramuzas militares de ensayo para advertir su poderío bélico asustando al pueblo.

Nos han sometido a aceptar su voluntad, como las colas para adquirir alimentos, una infernal inflación, especulación galopante, bachaqueros con franelas rojas hambreando al pueblo, y ver morir al prójimo por falta de medicinas.

Dosis de revolución que enloquecen a las familias haciendo cualquier cosa para conseguir comida, como la adquisición de tarjetas de ferias de consumo familiar que otorga la red Cecosesola, las cuales no garantizan el abastecimiento de productos.

Esta es una de las estaciones del Vía crucis. La tercera edad debe hacer una fila de tres horas los días martes cancelando 700 bolívares para inscribirse, otra de tres horas para que le otorguen un número y volver el sábado, donde para entrar ese día se les ocurrió no aceptar los números concedidos con anterioridad, aplicando el orden de llegada.

Ese sábado 28 de enero vendieron sólo un kilo de arroz por persona porque el camión que iba a llegar con dos o tres productos regulados más, fue secuestrado por el gobierno para llenar las bolsas de los CLAP, con espera de dos horas para cancelarlo en caja, y otra de quince minutos para salir, extrañando los pobres las épocas en que nos atendían seres humanos. Menos mal que como emergentes están los carnés de la patria para que el gobierno pueda contarnos rápido y tener un control más estricto sobre nosotros.

En esos ojos que ven en las distintas colas de cada territorio caben todos los horrores que vivimos, y en esos antebrazos donde a veces nos anotan los números, cabe lo peor del siglo XXI.

¿Vendrá la liberación que cambie nuestras vidas? Quizás ese día llueva granizo por intervalos, el Cielo se serene, y una niebla blanca filtre los rayos del sol.

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