«El enfoque proactivo consiste en cambiar de adentro hacia afuera: ser distinto, y de esta manera provocar un cambio positivo en lo que está allí afuera: puedo ser más ingenioso, más diligente, más creativo, más cooperativo.” Stephen Covey
En los trabajos tenemos la costumbre de decir siempre que si y terminamos teniendo un volumen tal de trabajo, imposible de terminar, lo que provoca un gran estrés y muchas horas de trabajo extra que nunca se cobran.
Por eso, es hora de comenzar a decir que no, pero lograrlo no es fácil, porque el primer obstáculo es la brecha entre nuestro yo ideal (que sabe que cosa es justa) y nuestro yo real ( que después debe ponerlo en práctica).
Se cambia de verdad porque se encuentran los activadores justos. Aunque también existen los activadores que funcionan al contrario, son estímulos que hacen perder la motivación.
Debemos buscar activadores, que son estímulos para el cambio, que nos llevan hacia cualquier cosa que queramos o que no queramos.
Así es que, una regla nos sirve pero no la queremos, en cambio una tentación la queremos pero no nos sirve.
En este sentido es necesario que prestemos atención a algunas falsas creencias que no nos ayudan en esta búsqueda.
Tales como, la excesiva confianza que harán caer nuestras intenciones a la primera dificultad, compararse con quien hace las cosas peor que nosotros, pensar que no necesitamos ayudas ni reglas, sobrevalorar la cantidad de tiempo necesario para hacer cualquier cosa y creer que el tiempo es un recurso inagotable, entender que la vida está llena de imprevistos que nos hacen lento el proceso de cambio, señalar que han visto la luz, cosa que solamente sucede en las películas donde el cambio llega de una revelación imprevista, pensar que el cambio es para siempre y saber que todas estas falsas creencias nos hacen pensar que si cambiamos no seremos más los mismos.
Realmente entre el estímulo que nos lleva a una cierta dirección y el comportamiento como tal, existen unos momentos a tener en cuenta: el impulso, la conciencia y la elección. A medida que tengamos más conciencia del impacto que el estímulo tenga, sabremos gestionarlo mejor. En general en las ocasiones importantes estamos preparados y conscientes.
Para lograr objetivos tales como: querer aprender a delegar, ahorrar más, aprender un idioma; debemos aprender a motivarnos para lograrlos. El secreto está en saber definir la pregunta de control. Por lo tanto el espíritu de la pregunta de control no puede ser “¿Hoy he delegado bastante?”, si no, “¿Hoy he hecho mi mayor esfuerzo para delegar?”. Se llaman preguntas del compromiso y son un instrumento potente para ponernos de frente a nuestras responsabilidades.
Definitivamente, cuando tengamos un objetivo que alcanzar, recordemos “¿Estoy dispuesto en esta ocasión a realizar la inversión necesaria, para hacer una diferencia positiva en esta áreas?”. Si la respuesta es SI, estamos en el camino correcto.
Italo Olivo
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