Castigo a la falta de ambición de la Vinotinto juvenil

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“Lo que hoy ha sucedido contra Venezuela es indignante”. Rafael Dudamel no se guardó nada tras el amargo capítulo de hace dos días contra Brasil en el Suramericano sub20 que se disputa en Ecuador. La oncena nacional estaba a escasos minutos de sumar un empate que suponía un buen negocio, pero en cambio sufrió un revés por 1-0 mediante el cual cedió su invicto y vio frenado su avance, aunque sus posibilidades clasificatorias al Mundial de Corea del Sur continúan intactas.

A criterio del técnico criollo, las decisiones del árbitro peruano Diego Haro condujeron a la Vinotinto juvenil hacia el amargo camino de la derrota. Denunció que en la jugada del gol brasileño, el delantero amazónico Felipe Vizeu comete falta sobre Yangel Herrera, antes de tomar el balón al borde del área para soltar el bombazo que se clavó en las redes del arco defendido por Wuilker Fariñez.

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Tiene razón en quejarse el timonel nacional. No son caprichos o protestas sin fundamentos. Es una historia repetida, porque antes de lo sucedido el domingo ante Brasil, también había ocurrido una sentencia irregular en el primer desafío del hexagonal final, cuando le pitaron un penalti inexistente y vio como se le escapaba el triunfo en los minutos finales frente a Colombia.

En fin, la voz fuerte, el reclamo airado, el golpe sobre la mesa, está justificado. No hay respeto por Venezuela y como cabeza de grupo debe advertirlo. No puede ser que en cada presentación deba salir a luchar contra los once del bando contrario y también contra el trío encargado de “impartir justicia”.

Pero debe haber también un mea culpa, un proceso de reflexión. Si los marcadores fuesen más amplios en los cierres de partidos, las situaciones de sufrimiento serían inexistentes. Vale preguntarse, ¿por qué la selección nacional tiende a tirarse atrás, cuando parece tener los argumentos para arriesgar en ataque?. El día del juego ante Colombia, Venezuela ganaba 1-0 y quedó en superioridad numérica a 20 minutos del final y, sin embargo, terminó replegada en su trinchera, haciéndole la tarea más fácil a los colombianos. Vino, entonces, la jugada del polémico penalti: Juan Camilo Hernández intenta llegar a un balón largo, el portero criollo Fariñez sale para arrebatarle el balón de sus pies, pero el juez ve falta, sin que hubiese contacto. Son los riesgos que se corren cuando se renuncia al ataque.

Qué decir del juego ante Brasil. La “verdeamarelha” de esta edición, dicen en el propio país amazónico, es de las peores en su historia, una selección “normalita”, sin mayores recursos, talento y calidad. Venezuela lució superior desde el minuto inicial y parecía conducirse a un partido de alegrías, pero conforme avanzó el tiempo se diluyó en cancha hasta caer en el poco rentable argumento de lanzar balones largos para que Yeferson Soteldo o Ronaldo Peña resuelvan. Más allá de las decisiones arbitrales, Venezuela no quiso ganarle al peor Brasil en muchos años, se sintió conforme con el empate, y salió castigada con el revés.

Por fortuna, las posibilidades de clasificar a Corea del Sur siguen siendo amplias. La tropa nacional está tercera con cuatro puntos, dentro de la zona de privilegio. Le resta enfrentar al ya clasificado Uruguay, invicto en esta fase, y a Argentina, de los más débiles en el torneo. Es decir, tiene el destino en sus manos, pero necesita arriesgar un poco más. Ojalá el técnico dé luz verde para ir a buscar el partido y no volver a transitar por la tortura de defender y a partir de esto tratar de hacer daño en ataque. Más ambición.

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