Múltiples trabajos fueron efectuados dentro del Terminal de Pasajeros de Barquisimeto en el mes de diciembre, para garantizar el orden en la zafra decembrina. Entre ellos, la reubicación de los trabajadores informales de la calle 42, el despeje de buhoneros dentro del terminal e incluso se había implementado un plan para que la institución cerrara sus puertas en la madrugada y evitar que fuese usado como abrigo de los indigentes.
Es importante destacar que los trabajos de reparación, limpieza y demarcación de andenes, en el Terminal, fueron tomados en serio. Quien inmediatamente accede al recinto puede observar la colorida fachada que fue restaurada y pintada; lo mismo sucede con el estacionamiento del terminal que se visualiza más limpio que en ocasiones anteriores.
Sin embargo, el panorama de embellecimiento es opacado por el desorden, que una vez más arropa los alrededores y el Terminal de Barquisimeto.
Al menos 15 vendedores ambulantes tomaron la acera de la calle 42 para ofrecer distintos tipos de mercancía, desde alimentos regulados a altos precios, hasta ropa y bisutería para niños, lo que ocasiona un congestionamiento de transeúntes y transportistas en las horas picos.
Lo mismo sucede dentro del terminal. En los pasillos principales se encuentran vendedores que igualmente ofrecen todo tipo de mercancía e interrumpen el paso de usuarios apurados que tan solo desean abordar una unidad de transporte.
Así mismo, el Terminal se convirtió en el hogar de uno que otro indigente que se dirige al sitio a pasar la noche. Un vendedor, cuyo nombre no quiso identificar, asegura que hay un señor de la tercera de edad que vive en cartones dentro del Terminal. En las noches se arropa con periódicos viejos y en el día pide dinero a cada pasajero para alimentarse. Supuestamente el señor en situación de calle está enfermo y por esa razón ninguna autoridad se ha atrevido a sacarlo del establecimiento.
Víctimas del arreglo
En el momento en que iniciaron los arreglos dentro del Terminal, fueron restaurados los baños por parte de la Alcaldía del municipio Iribarren, lo que generó que las diez personas que se encargaban de su limpieza y mantenimiento fueran sacadas de su sitio de trabajo y quedaran desempleadas.
José Alberto González fue uno de estos despedidos, quien dedicó más de 17 años de su vida a trabajar dentro del Terminal. “El director Luis Valencia no nos quiso reenganchar cuando incluso creé la cooperativa que me pidió. Les llevé el caso a los diputados y concejales y, ya tengo dos meses intentando conseguir un trabajo para mantener a mis dos hijas, pero la situación está ruda. Solo pedimos que si no nos regresarán nuestros empleos, al menos nos ayuden a conseguir otros”.