2017 luce tan difícil que puede hacernos añorar el año pasado, o animarnos a asumir a plenitud la decisión de cambiar. Afuera se preguntan cómo es que aguantamos tanto. Y aquí mismo nos cuesta comprenderlo. Tal vez debamos leer en la impaciencia de hace unos años y los errores que ella motivó, como quemar recursos que oportunamente usados habrían sido muy poderosos.
El gobierno, destreza propia de fascistas y comunistas, promueve la euforia impaciente y, alternativamente, la frustración y el desaliento, así nos empuja con más facilidad, según el caso a la precipitación o a la desmovilización.
Para la política, a la que incumbe mostrar y viabilizar soluciones, la receta es preservar y repotenciar la Unidad, disciplinar el mensaje, romper con una praxis política rutinaria que nos vuelve parte del paisaje y buscar unas elecciones de gobernadores y alcaldes que conduzcan a un desenlace democrático.
Nunca puede renunciarse al diálogo y la negociación como recursos políticos, como tampoco a la lucha por el voto, la tribuna parlamentaria, el debate en la opinión pública y la protesta cívica y social en toda Venezuela. Pero el diálogo tal como lo hemos vivido ha sido estéril. Su utilidad depende de sus resultados, y éstos pueden verse, tocarse, medirse en cronograma electoral, libertad de presos políticos y funcionamiento constitucional de las instituciones.
Mientras la política no cambie la economía seguirá empeorando. Maduro lleva noventa y cuatro ministros en tres años. El PIB ha caído 26% en ese lapso, el triple que el más pronunciado de los bajones anteriores. Bajo su presidencia, la producción petrolera descendió en seiscientos mil barriles diarios, y el cálculo más conservador de la inflación que padecemos es más de diez veces el promedio latinoamericano. Las reservas de divisas del país, con relación a la población, tienen el nivel de 1942.
El Estado de Derecho no se respeta, con impacto negativo en la seguridad, las reglas para el trabajo y la actividad económica y el funcionamiento del sector público.
En el Instituto Fermín Toro que dirijo, hicimos el martes pasado nuestro foro anual perspectivas, con Julio Borges, Presidente de la Asamblea Nacional, el economista Luis Oliveros, el jurista Jesús María Casal y el internacionalista Edmundo González Urrutia. Un equipo de lujo para el diagnóstico y para las soluciones.