La Asamblea y los diputados

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El reto más importante de este año 2017 está en manos de los venezolanos y de la Asamblea Nacional. Los cambios que este país aspira, en medio de una profunda crisis generada por el régimen y para cuya solución el mismo régimen promete no aportar absolutamente nada, tienen que ser producidos por la ciudadanía. A todos nos corresponde accionar para que las instituciones secuestradas por delincuentes, se vean obligadas a someter a la consideración del pueblo en elecciones, la decisión de cuál es el rumbo que debe seguir la patria. Desde esta perspectiva, la primera responsabilidad es del pueblo.

Pero también hay una altísima responsabilidad en la Asamblea Nacional, especialmente en la Unidad Democrática que ejerce la mayoría absoluta, a pesar de que el pueblo le dio la calificada el 6 de diciembre de 2015. Como lo dice la Constitución Nacional, el 5 de enero se eligió la nueva junta directiva de la AN, la cual está presidida por el diputado de Primero Justicia Julio Borges. A esta junta directiva le corresponde preservar la institucionalidad del poder legislativo. Ante esta gran tarea, pasan a un segundo orden sus competencias ordinarias: legislar, controlar al poder ejecutivo, designar los poderes públicos que no son electos por el pueblo. Estas responsabilidades no pueden ser ejercidas con un TSJ cuya Sala Constitucional se burla de la Constitución. Lo que tiene que hacer la asamblea, como cuerpo, es convocar al pueblo a salir a la calle para rescatar nuestro derecho al voto. Tiene también la responsabilidad de recorrer el mundo buscando apoyo internacional para ejercer una presión democratizadora.

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Pero asimismo, hay también una altísima responsabilidad en cada diputado. Más allá de nuestras cualidades o defectos debemos tener claro que fuimos favorecidos por un voto de protesta que busca el cambio político a todos los niveles. Así que nuestra responsabilidad se centra además en acompañar a nuestras regiones a construir un gran movimiento político-social superior a los partidos políticos que interprete el momento que vivimos y se convierta en la gran fuerza de rebeldía ciudadana, desobediencia civil y legítima rebelión que nos permita producir el cambio necesario como paso previo e indispensable para la construcción de una Venezuela de la cual todos estemos enamorados.

Sin duda, a los venezolanos nos enamora una patria llena de oportunidades, con economía vigorosa, con sociedad organizada y con proyecto común. Esa Venezuela será una realidad.

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