Impresiona cada vez más el grado de desinformación y el desconocimiento de la repercusión que ello puede tener en la gestión de la vida cotidiana, en el plano personal, y en el plano colectivo u organizacional, dentro de la amplia y variada tipología que esta última abarca. La metáfora del cuerpo humano como un sistema que genera información pareciese menos comprensible que aquella que nos enseña que la sangre es el líquido vital que recorre todo el organismo para garantizar su funcionamiento y equilibro dinámico. No obstante, la sinapsis neuronal y las órdenes que genera el cerebro, en este último sentido, pareciesen menos asimilable. En ambos casos el riesgo es evidente para la existencia.
Por obvio que resulte, quien descuide los “mensajes” o síntomas que le revela su propia condición humana, desde el punto de vista comunicacional, que es como decir, incapaz de descifrar los códigos que encierra su sistema de alarma temprana para la toma de decisiones correspondientes, al igual que cualquier empresa o institución, puede traspasar sin dificultad los límites de la sustentabilidad o sostenibilidad y colocarse en situación de vulnerabilidad, crecimiento vegetativo y acelerar su extinción.
De suyo, el valor de la información contenida en el ADN es la base del Proyecto del Genoma Humano con la multiplicidad de que representa para todas las disciplinas científicas y la vida en el planeta. Esa búsqueda y consecuente manejo de la información se inscribe en la sociedad de nuestro tiempo, la del siglo XXI, la así calificada, desde décadas anteriores, como la era de la información y del conocimiento, dada la confluencia de diferentes factores, incluyendo la tecnología.
En el ámbito de las organizaciones, para nada es casual la emergencia de disciplinas especializadas como la gestión tecnológica, la gestión del conocimiento, la gestión de la información. Lo advertido por estudiosos y especialistas en el tema como Alvin Tofler (La Cuarta Ola); Peter Senge (La Quinta Disciplina); Manuel Castells (La Era de la Información); Philip Kotler y John Caslione (Caótica); James Rifkin (La Tercera Revolución Industrial); es constatado por Klaus Schawab, (La Cuarta Revolución Industrial), entre otros.
Comprender la ética planetaria y la condición bíopsicosocial del individuo, en cualquier espacio sociorganizado donde se da la convivencia, llámese Estado, empresas, sociedad civil, comunidad, ya sea mundial, regional o local, en procura de generar y elevar la calidad de vida, pasa por el manejo de la información y el conocimiento para el fortalecimiento de las capacidades individuales y colectivas. Las denominadas organizaciones inteligentes, las organizaciones que aprenden son las que hacen de la información y la experiencia, objeto de conocimiento para un sistema de innovación y agregan valor a la gestión. La sustentabilidad es clave para cualquier proyecto y su grado de perdurabilidad en el tiempo.
Se necesita un marco conceptual que ayude a empresas, gobiernos y personas a anticiparse a los cambios radicales con base tecnológica que se avecinan en los modelos de negocios y en cuestiones éticas y sociales, así como al efecto de esas fuerzas sobre la gente, las comunidades y el medioambiente. (Schawab, dixit).
Vista como un ecosistema, no hay posibilidad de construir una ciudad sostenible, sino hay organizaciones sostenibles. Sin indicadores de desarrollo humano será cuesta arriba superar la desinformación y el fracaso organizacional.
