Conforme transcurren los días son más las calles que en zonas residenciales de Barquisimeto y Cabudare son cerradas al libre tránsito automotor por sus habitantes como fórmula para reducir en algo los índices delictivos que les afectan.
Aunque esos portones han proliferado mayormente en el este de la capital larense, concretamente en urbanizaciones c
omo Colinas de Santa Rosa, Santa Elena, El Turbio, Barici, Fundalara, La Rosaleda, El Pedregal y otras, también en otros sectores del norte y oeste los vecinos se han visto obligados a tomar esas medidas para impedir en cierto modo la libre actuación de los delincuentes.
“Desde que los vecinos tomamos la decisión de cerrar la calle al libre tránsito se han reducido los hechos delictivos contra la propiedad en un 90%, lo que indica lo positivo de la misma”, declaró el ingeniero Rubén Hurtado, vocero de la unidad de contraloría del consejo comunal Colinas de Santa Rosa.
Refirió que cuando por mayoría se aprobó esa medida en la urbanización, un vecino introdujo un recurso de amparo en un tribunal civil y mercantil de primera instancia por lo que se siguió un juicio en el que, finalmente, se le otorgó la razón al consejo comunal.
Explicó que en el caso ni el denunciante ni el fiscal del Ministerio Público pudieron refutar los alegatos de las familias del sector de que actuaban en resguardo de sus propiedades, y hasta de sus vidas, que hasta ese momento siempre estuvieron en riesgo.
Además, precisó, se tomó en cuenta que el Estado demostró poca competencia para garantizarle la seguridad a los vecinos y por eso debieron recurrir al cierre, del que ahora se están beneficiando todos.
En el juicio presentaron también un proyecto de seguridad que en el tribunal fue tomado en cuenta a la hora de decidir a su favor.
Allí colocaron primero obstáculos movibles para que los habitantes se fueran acostumbrando a una sola entrada y salida con sus vehículos, no como antes que había paso libre para todos.
Consultado sobre si la alcaldía autorizó el cierre respondió que en una oportunidad trataron de retirar los obstáculos pero la mayoría lo impidió defendiendo la necesidad de actuar ante la gran cantidad de hurtos y atracos de que estaban siendo víctimas.
El ingeniero Hurtado señaló que no existe ordenanza alguna que impida a las comunidades colocar obstáculos en sus vías, siempre y cuando no se trate de las que comunican a un sector con otros.
Pero, tanto en las colinas de Santa Elena como en las de Santa Rosa y otras urbanizaciones del este de Barquisimeto existen vías consideradas de utilidad pública que han sido cerradas por completo en un paso, dejando sólo uno para entrar y salir.
“Si no hacemos así nos acaban los malandros y por aquí el patrullaje policial es prácticamente inexistente y las patrullas solamente venían cuando ya nos habían atracado y los hampones habían desaparecido”, manifestó una señora que salía de uno de los complejos residenciales de la zona noreste.
Pero el ingeniero Hurtado recomendó que, además de los cierres, cada familia tome otras medidas, como los cercos eléctricos, cámaras y si es posible vigilancia para dificultar aún más las incursiones de los antisociales.
La misma situación se registra en urbanizaciones de Cabudare, como Las Mercedes, Valle Hondo, El Recreo, El Trigal, El Paraíso y otras, incluyendo algunas consideradas como populares, donde los portones han proliferado a pesar de no ser autorizados por la alcaldía de Palavecino que, incluso, ha tratado infructuosamente de eliminarlos.
Y como ocurrió en las Colinas de Santa Elena, siempre hay algunos vecinos que no están de acuerdo con esas medidas, aunque, finalmente, las aceptan y disfrutan de sus beneficios.