“Diseñado en California. Fabricado en China”. Esta pequeña frase grabada en los iPhone y buena parte de los productos de Apple podría cambiar en breve si los números que están haciendo en Apple cuadran.
El traslado de la fabricación de dispositivos tecnológicos a China en una práctica habitual en casi todas las marcas. La reducción de costes, la rapidez de respuesta o la cercanía de los proveedores son solo algunas de las razones que hacen que fabricar en Asia sea la opción óptima para los fabricantes (no solo de tecnología).
Sin embargo esto podría cambiar si se produce una conjunción de factores que Apple está evaluando. Por un lado las presiones políticas del presidente Trump que parece estar dispuesto a utilizar cualquier tipo de artimaña para que productos como el iPhone se fabriquen en EE.UU.
Si Apple accediera, sería a cambio de ventajas politicas. Y no es para nada descartable que esto ocurra, ya que Apple tiene muchisimo dinero en paraisos fiscales extranjeros pendiente de repatriación, y la actitud del gobierno de EE.UU. puede favorecer o dificultar esta situación.
Otro factor importante sería la posibilidad de que el actual fabricante de los iPhone -Foxconn- realizase una inversión de 7.000 millones de dólares en una nueva factoría completamente robotizada. Al reducir al mínimo la necesidad de trabajadores humanos, también se minimizaría el sobrecoste debido a la diferencia de sueldos entre China y EE.UU. Tal vez este coste extra sería asumible por el mercado y esto favorecería la construcción de la fabrica en EE.UU.
De hecho Apple ya “fabrica” (realmente solo ensambla) los ordenadores Mac Pro en EE.UU. Esto es así porque su producción es pequeña y no requiere muchos trabajadores, además de que se trata de un producto con un elevado precio de venta. Ronda los 3.000 euros.
Una ventaja adicional es que Apple recuperaría el control y secretismo sobre las novedades de futuros modelos. Todas las filtraciones que arruinan el efecto sorpresa de las keynotes, y que dan alas al espionaje industrial, se reducirian drásticamente al eliminar el factor China.
Claro que no todo es tan sencillo. Con el actual esquema se estima que un iPhone fabricado en EE.UU. costaría entre 50 y 100 dólares más. También hay que valorar que las dificultades logisticas complicarían en buena medida la rapidez de respuesta y velocidad de fabricación. Por no hablar de las diferencias en los derechos laborales (más cantidad y capacitación) de los trabajadores de EE.UU. comparados con los de China. Además la opción de abrir una nueva factoría en La India -donde están incluso dispuestos a cambiar las leyes para convencer a Apple- que fortalecería la posición del iPhone en mercados emergentes, juega en contra de la alternativa estadounidense.
En cualquier caso se abre un periodo de intrigas palaciegas justo el año que el iPhone cumple su 10º aniversario. Estaremos atentos al desenlace.