Se nos fue el Dr. Rafael Rodríguez Parra, dejando huellas imborrables que marcan a quienes tuvimos la oportunidad y la suerte de ser sus amigos y compartir vivencias con él.
Conocido y tratado por sus amigos y familiares que tanto lo admiramos y respetamos como «El Morocho» Rodríguez, este hombre de repuestas rápidas, discurso fácil, pluma asertiva, vino a este mundo a servir y ser útil ante cualquier circunstancia, a ser parte de la solución y no del problema, desprendido de todo egoísmo y vanidad como debe ser un caballero.
Se va lleno de gloria donde Dios reserva su puesto a todos los que vinieron a este mundo como embajadores ejemplarizantes de lo que es un buen ciudadano. El solía decir: pariente no tenemos ningún sitio a donde ir excepto hacia delante. Tenía toda la razón.
Asistí a los actos de despedida de nuestro amigo, paisano o pariente, como nos llamábamos en las largas conversaciones que eran continuas por el «Morocho», hombre culto y un gran conversador. Me gustaba hacerle preguntas y él con gusto, con voz de maestro o monje tibetano, desarrollaba el tema con autoridad de filósofo pedagogo actualizado. Como un humilde oyente le presté mucha atención a sus conversas, así como a sus artículos de prensa, que siempre me han servido de aprendizaje. ¡Ah mundo «Morocho», nos harás mucho falta!, sembraste en positivo, no dudo que hasta el sepulturero derramó lágrimas en tu despedida; para muchos tu vida acrisolada no pasó en vano, llena de talentos y buenos ejemplos que servirán para recordarte como un ciudadano de primera. ¡Ah mundo «Morocho» a malhaya quien pudiera con una soga enlazar las vueltas que da la vida y las que faltan por dar, Don Rafael Rodríguez Boquillón, su padre.
En las exequias de nuestro recordado amigo me hizo recordar a un maestro de mi primaria quien decía que «no había sonido de alegría de un instrumento sin el sonido de dolor de otro elemento”. La cantante Fanny Valera, la violinista Leslie Urdaneta Mendoza y el pianista Manuel Camero, en su honor nos brindaron un concierto musical que me hizo recordar lo dicho por mi maestro y a la vez derramar lágrimas con el corazón y sufrir con la vista al ver tantos rostros desencajados y adoloridos al despedir a nuestro «Morocho».
A los que fuimos sus amigos se nos entrecortó la voz y derramamos lágrimas, cómo será el dolor de su madre Doña María Teresa Parra, así como de sus hijos y hermanos. Soy testigo que la pérdida de un ser querido. Es un dolor que viene para quedarse y solo Dios puede calmarlo. Acojo lo dicho por Pegi Llano: “Tengo tanto dolor que hasta la belleza del mundo me parece una agresión”. Doña María Teresa, no hay que perder la fe. Joaquín Sabino dijo: “Estamos consciente de que la vida es tan corta y el oficio de vivir es tan difícil que cuando uno empieza a aprender hay que morirse”.
«Morocho», mis ruegos a Dios por tu encuentro con Álvaro y tu padre el poeta Rafael Rodríguez Boquillón, quien fue amigo de mi padre y juntos están oyendo las canciones de Don Juan Pablo Ceballo, como: Quíbor se va, La negra ya no me quiere y otras, como los que cantó nuestra cantante Fanny Valera, acompañada de la violinista Leslie Urdaneta Mendoza, nieta de mi inolvidable pariente Dr. José Rafael Mendoza y el pianista Manuel Camero, en tu despedida.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país……
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