El régimen actual es el peor de nuestra historia republicana. No tengo ninguna duda. Además de la ideologización comunistoide, la realidad lo presenta como ineficiente, altamente corrompido y penetrado por los tentáculos del narcotráfico y del terrorismo que actúan con plena libertad en el país. La seguridad de las personas, de las familias y sus bienes es inexistente generando un clima de angustia creciente a las puertas de una especie de resignación pesimista que toca a las puertas de algunos.
Lo cierto es que cerca del 90% de los venezolanos aspira a un cambio radical que empezaría con la salida del Sr. Maduro. Espera de la dirigencia una mayor contundencia en sus acciones y unidad en cuanto al objetivo señalado. Esta unidad tiene que ser dinámica y podría aceptarse la calificación de diferenciada, siempre y cuando el objetivo sea el mismo.
No podemos olvidar que nuestra oposición es hija legítima del pluralismo democrático. En consecuencia es imposible considerar iguales a quienes son diferentes por naturaleza. Pero hasta allí. La unidad de objetivo es el punto clave para que todos los esfuerzos caminen en la dirección correcta. Las estrategias y tácticas pueden adelantarse con las características propias de cada tendencia, pero repito, hacia el mismo desenlace que la nación reclama.
Los males de Venezuela están sobre diagnosticados.
Todos sabemos de qué se trata. Por estos días la fecha memorable del 23 de enero ha revivido las jornadas de 1958 en contra de la dictadura de Pérez Jiménez. Muchos analistas han establecido comparaciones entre aquel régimen y el actual, saliendo favorecido el derrocado en aquella fecha. Los tiempos han cambiado y de aquellas cúpulas militares del primer nivel se ha pasado ahora a lo que estamos viendo y sufriendo. La represión de entonces era esencialmente política. Dura e implacable contra quienes tuvieron el coraje de enfrentarla con todos los hierros, pero el resto de las actividades nacionales más o menos funcionaban para bien.
El país creció y alcanzó grados razonables de desarrollo y seguridad. Ahora da lástima la situación. Tenemos los peores niveles de calificación en todas las áreas tanto en el continente como en el mundo entero.
Para concretar una jornada con los mismos efectos del 23 de enero 58 hace falta la acción decidida de una nueva alianza cívico-militar con participación de todos los sectores más allá de las organizaciones políticas actuales. Debemos recordar que lo electoral es instrumento importante de la democracia, pero no es el único, ni siquiera el más importante.
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