Carlos Torres, un joven corredor oriundo de Trujillo, aprovechó la anuencia del pelotón mayoritario para protagonizar una aventura en solitario de más de 50 kilómetros, buena parte de ellos en terreno de media montaña, y hacer suyo el triunfo en la sexta etapa de la Vuelta al Táchira en bicicleta, con lo que reportó la cuarta conquista parcial de la escuadra JHS, dentro de una jornada en la que el lotero John Nava mantuvo a raya a sus rivales para aguantar la camiseta de líder por cuarta fecha al hilo.
Torres montó su ataque poco después de cumplirse el ecuador de la porción, de 131 kilómetros entre Mérida, El Vigía y Tovar, y tuvo reserva física para sostener su acción solitaria hasta el sitio de meta, pese a la aceleración postrera de un grueso grupo, encabezado por Yonnata Monsalve y Yonathan Salinas, que, pisándole los talones, arribó a 17 segundos.
El de JHS marcó tiempo de 3 horas, nueve minutos y 56 segundos en la fracción desarrollada en territorio merideño, caracterizada por la variedad del terreno, toda vez que inició en descenso, pasó por carretera plana y cerró en topografía inclinada, aunque de mediana exigencia. Así las cosas, la poderosa formación tachirense sumó su cuarto festejo en seis días, después de los logrados por Jackson Rodríguez (segunda porción), Monsalve (tercera) y Wilmen Bravo (cuarta), eso sí sin haber disfrutado todavía del privilegio de manejar el liderato de la carrera.
Torres labró su victoria en un terreno y una localidad que le viene bien, puesto que en junio del año pasado resultó segundo en el nacional de ruta élite, únicamente superado por Guzneiver Gil. Su posición en la tabla general, relegado de los puestos cimeros, no generaba ningún tipo de preocupación para los llamados favoritos, razón por la cual no fue perseguido a fondo y pudo llevar a término feliz una fuga de larga duración, como la de su compañero Bravo en la cuarta jornada, cuando se llegaba a Santa Bárbara de Barinas.
De manera que el triunfo de Torres no generó cambios en la general, aunque debe decirse que Monsalve y Salinas, segundo y tercero, tomaron algunos segundos de bonificación para distanciarse ligeramente de gente como el colombiano Iván Sosa o el tetracampeón José Rujano, al tiempo que Nava le dio otra “sacudida” a Jackson Rodríguez y estiró a un minuto y ocho segundos la brecha que los separa en las dos primeras plazas de la general.
La Grita, prueba de fuego
La séptima etapa, este jueves, supone la gran prueba de fuego para Nava, un experimentado corredor de muchas virtudes, aunque sin las características y capacidades de un trepador nato, razón por la cual rinde su verdadero examen en el tramo de 171 kilómetros entre Santa Cruz de Mora (Mérida) y La Grita (Táchira), más apropiado para escaladores puros.
La porción es de doble exigencia, porque es larga y amerita fondo físico, amén de que ofrece unos últimos 30 kilómetros muy duros, con ascenso desde los 500 a los 2 mil metros de altitud y dos puertos montañosos, el primero de categoría B y el segundo de calificación A en la misma raya de sentencia.
Por un lado, Nava librará su pelea particular con Rodríguez, aunque los focos se centran en pedalistas como Salinas, Monsalve, Jhorman Flores, el colombiano Iván Sosa, del Androni de Gianni Savio, y José Rujano, como de costumbre un fijo en el llavero de favoritos al encararse este tipo de subidas.