La primera ministra británica Theresa May intentaba convencer al mundo empresarial el jueves que su país sigue estando comprometido con el libre comercio y la globalización a pesar de su decisión de abandonar la Unión Europea.
Dos días después de afirmar que Gran Bretaña abandonará el mercado único europeo además de la UE, May dijo a los asistentes al Foro Económico Mundial de Davos que el Brexit no significa rechazar a «nuestros amigos en Europa» ni desistir de la cooperación.
Reconoció que el país «debe enfrentar un período de enormes cambios» y que el camino será «incierto en ocasiones», pero que la votación significaba «tomar el control y nuestras propias decisiones» y volverse «aún más global e internacionalista en los hechos y también en el espíritu».
Además de buscar un acuerdo de libre comercio «audaz y ambicioso» con la UE, May dijo que Gran Bretaña aspira a acuerdos comerciales con «viejos amigos» y «nuevos aliados».
Sostuvo que ya se han iniciado discusiones tentativas con Australia, India y Nueva Zelanda, y que China, Brasil y los estados del Golfo Pérsico han expresado interés en acuerdos comerciales.
Dijo que los gobiernos deben tomar en cuenta a los marginados de la globalización, al afirmar que «durante demasiado tiempo los principales líderes políticos y empresariales no han sabido comprender sus intereses legítimos».
Exhortó a las empresas a someterse a las mismas reglas de juego que todo el mundo, sobre todo en materia de pagar impuestos. Caso contrario, dijo, la extrema derecha y la extrema izquierda seguirán aprovechando el malestar.
«Si hemos de promover los mercados libres, el libre comercio y la globalización, como corresponde, los que creemos en ellos debemos reconocer los intereses de la gente y responder a ellos», dijo May.
El martes, May expuso su estrategia para las discusiones del Brexit con la UE, previstas para comenzar formalmente a fines de marzo.
El premier holandés Mark Rutte dijo que May «afrontó la realidad» en ese discurso, que confirmó las especulaciones de que Londres busca un llamado «Brexit duro», con la salida del mercado único europeo.
Pero sostuvo que la decisión de May de dar prioridad a la inmigración significa que el crecimiento económico británico recibirá un «impacto negativo al salir del mercado más grande del mundo por lo que están dispuestos a pagar el precio».