Dictamen – Desacato a la democracia

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Un Gobierno que no reconoce el Parlamento y que impide la realización de elecciones, no puede sino considerarse de dictatorial. Ya la soberanía no reside en el pueblo como establece la constitución, sino en las sentencias caprichosas de unos magistrados designados ilegalmente con el fin justamente de acabar la democracia y torcer el Estado de Derecho en favor de una revolución impopular que pretende perdurar a costa del sufrimiento de la gente.

Un presidente que no promulga las leyes aprobadas por los diputados electos por el pueblo, que se autoaprueba el presupuesto de la nación y lo ejecuta sin control parlamentario y que no cumple con el deber constitucional de rendir cuentas ante el Poder Legislativo, no puede considerarse Presidente Constitucional de Venezuela. En cambio, actúa cual tirano refugiado en togas y fusiles, violando los derechos humanos de la población y persiguiendo a la disidencia.

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Por eso es que no debe extrañar a nadie que durante el inconstitucional mensaje de Maduro en el TSJ, este haya confesado delante del máximo tribunal y del representante del Estado Vaticano, que había cometido “abusos” en las operaciones de exterminio a cargo de las OLP. Tampoco sonrojaría a nadie su llamado en ese mismo escenario a la “guerra continental” en caso de dejar el poder. Esa fue la rendición de cuenta del responsable de los niveles de inflación, escasez, corrupción y delincuencia más altos del planeta. Nada que no haya podido amenizar Winston Vallenilla con su show itinerante de Corazón Llanero.

A los incautos que validen semejante atrocidad con la excusa del supuesto “desacato”, les recuerdo que antes de la incorporación de los representantes legítimos del Estado Amazonas, ya el TSJ había anulado la Asamblea Nacional, declarando inconstitucional las leyes aprobadas, burlando su potestad constitucional de desaprobar los estados de excepción y eliminando sus competencias para controlar y legislar. Podemos salir del chantaje del supuesto desacato mañana y de todas maneras el Poder Legislativo seguiría a merced de una Sala Constitucional que funciona como una constituyente permanente reinterpretando el derecho para justificar una tiranía hambreadora en perjuicio de la soberanía popular.

Quién desacata al pueblo es el TSJ con sus sentencias, quién desacata la constitución es el CNE al negarse a convocar las elecciones que corresponden, quién desacata la democracia es Maduro al gobernar dictatorialmente. Hace sesenta años este mismo pueblo conquistó su libertad a pesar de no existir ninguna crisis económica y social. Ese es el espíritu que debe embargarnos, ahora con mucho más razones. No hay nada más importante que rescatar la democracia y eso es tarea de todos.

Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.

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