De Perogrullo, en un mundo tan convulsionado como el de hoy, las tensiones que deben enfrentar los individuos y las organizaciones en el entramado de relaciones de diferente naturaleza que median entre ambos, condicionan su devenir, su trayectoria o ciclo vital. Los postulados de la teoría de sistemas apuntan a indagar, desde la cosmovisión más general, planetaria si se quiere, hasta la vida en el microcosmos. Los seres vivos, las diferentes especies, pueblan el espacio para constituirse en comunidades dinámicas. La sociedad organizacional es un hecho.
La diversidad es un rasgo típico que devela el espectro amplio de las organizaciones, empresas o corporaciones. Públicas, privadas, civiles, mercantiles, industriales, militares, agrícola, minera, marítima, económica, religiosa, comunicacional, con o sin fines de lucro no hay actividad alguna que no sea proclive, formal o informalmente, a un proyecto humano. Pero no siempre, tal consideración fue asumida explícitamente. Hubo que esperar siglos para que la concepción mecanicista, propia de la filosofía de la modernidad, diese paso a la concepción humanista de la empresa y, particularmente, su consideración como un ser vivo. ¿Qué es una empresa o corporación sin su talento humano?
La confluencia transdisciplinaria alentó los estudios que desde la biología, la psicología, la sociología, la economía y la gerencia, entre otras, terminan apuntalando nuevas teorías que desbordan el ámbito individual y complementan la visión social de las organizaciones o corporaciones, en la explicación de su funcionamiento y comportamiento a lo largo del tiempo. Sustentabilidad, sostenibilidad, vulnerabilidad, autoestima, estrés, resiliencia, autopoiesis, organizaciones inteligentes, etc., forman parte de las nuevas categorías o constructos. Se trata del “copyng sistem” o conjunto de respuestas que al interior del organismos se disparan, según los grados de tolerancia, frente a las presiones.
Uno de los autores clásicos en materia de autoestima, S.Coopersmith, (1967), la considera como la evaluación que el individuo hace y conserva generalmente de sí mismo, lo cual implica una actitud de aprobación o desaprobación, e indica el grado en el que un individuo se considera a sí mismo capaz, meritorio, próspero y valioso. Igual ocurrió con la resilencia, al migrar del campo de la psicología a la educación y a la gerencia, denotando la capacidad para sobreponerse y adaptarse con éxito frente a las amenazas y tensiones que se producen en el entorno en el cual se desenvuelven las instituciones.
Es notoria la contribución a la conformación de los nuevos postulados alrededor del tema, provenientes de las reflexiones de H. Maturana y F. Varela (De máquinas y seres vivos. Autopoiesis: la organización de lo vivo); Peter Senge (La quinta disciplina). Mención especial requiere Arie de Gaus (La compañía viva), al estudiar la longevidad de las grandes corporaciones y poner de relieve que las esperanzas de vida para muchas de ellas en el Hemisferio Sur, no era superior a los 20 años. Entre los factores de supervivencia prolongada destaca la conciencia de identidad y la adaptación a un mundo en constante cambio, como base para crear una comunidad de intereses que sea capaz de sobrevivir varias generaciones.
A 105 años de haber sido fundado, en nuestra hipótesis hay razones científicas para considerar a El Impulso, un paradigma en materia de autoestima corporativa.
