El estado Lara terminó 2016 con más de mil muertes violentas, entre homicidios y enfrentamientos contra organismos de seguridad. En 52 de estos casos las víctimas fueron mujeres. Si se califica de acuerdo al tipo de delito, el feminicidio en Lara ocupa el tercer lugar respecto al territorio nacional.
El posicionamiento genera mayor alarma si se contabiliza de acuerdo a las regiones del interior –sin incluir al área metropolitana-, pues se ubica como número uno.
El dato viene dado por la psicóloga social e integrante del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de la Mujeres, Hisvet Fernández, quien define el feminicidio, tipificado desde noviembre de 2014 como delito autónomo de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, como “el resultado de un proceso continuo de violencia sistemática y persistente contra una mujer en manos de un hombre de su vida, es decir, que haya una relación afectiva, o una relación de jerarquía y la sumisión de parte de la mujer”.
Conforme al informe anual del Ministerio Público (MP) de 2015 de los 253 casos de feminicidios consumados y frustrados en el país Lara figura como el décimo tercer estado con mayor número de feminicidios con 10 casos, desglosados en un feminicidio, cinco feminicidios agravados y cuatro frustrados.
Localmente, el año terminó con el ominoso crimen de Mirlybeth Anaís Reverol Tovar, de 20 años de edad. Antes de abrirle la piel con múltiples cortadas en el cuerpo y de decapitarla el o los victimarios -se presume que fueron cuatro hombres- la violaron como también lo hicieron con la hermana de 14 años que la acompañaba el 30 de diciembre, en la vivienda de latas donde habitaba, aparentemente con la pareja, en la comunidad El Renacer Crepuscular, al oeste de Barquisimeto. Encima, ocultaron la cabeza en un lugar aún desconocido por las autoridades.
Si bien aún no se determina cuál es el vínculo entre Reverol y el o los asesinos, la violación previa toma las características de feminicidio porque cuando un hombre ultraja es porque ve a la mujer como un objeto sexual, explicó la psicóloga.
Se considera otra forma de feminicidio cuando la mujer es tomada como objeto de otro hombre, generalmente el esposo, y la matan por venganza contra él.
El mutismo, por lo menos ante los medios de comunicación, acerca del quehacer de la mujer número 52 asesinada en Lara se mantiene entre los familiares y los vecinos de El Renacer Crepuscular. Sin embargo, es posible que con el paso del tiempo surjan diversas historias como posibles hipótesis de haberle dado muerte de esa manera.
Ese es el factor común en los feminicidios, afirma Fernández: “Cada vez que asesinan a una se busca qué hay en la historia de esa mujer que justifique el asesinato. Que si era prostituta, de la vida alegre, que le montó cachos al marido, que era mala madre, mala hija. Vienen todas las historias que van a atenuar la responsabilidad del asesino”.
El problema
El patriarcado como organización social predominante en Venezuela, al modo de ver de Fernández, es el principal factor que conlleva a que se mantenga en ascenso la violencia contra la mujer. Tanto es así que la también docente universitaria lo declara como un mal permanente, si no se producen cambios radicales en la sociedad: “Mientras el patriarcado siga siendo la forma de organización social esto (el feminicidio) va a seguir pasando”.
La población femenina en Venezuela es alagada si encaja en dos figuras: objeto sexual y madre abnegada, “todas las que se salen de esos roles somos locas, brujas, cuaimas, estamos calificadas de otra manera”, ejemplifica.
En la familia, prosigue la especialista, la mujer es una figura central, pero en términos afectivos; mientras que el hombre asume el poder como autoridad por haber sido educado para financiar los gastos del hogar, no para tareas sentimentales, como las que suelen acaparar las madres por su propia voluntad en el grueso de los casos.
Bajo creencias erróneas de que la mujer es propiedad de alguien más y no de sí mismas, ellas se olvidan del amor propio y solo se concentran en ofrecerlo a los demás, bien sea esposo, hijos o amistades. De allí que sean capaces de soportarlo todo para proteger a la familia, volviéndose sumisas ante el hombre.
Cómo contribuir
Políticas públicas correctamente financiadas y educar desde los niveles de primaria sobre el trato igualitario entre varones y hembras son parte de las vías para cambiar las conductas violentas de la población masculina sobre la femenina, pues hasta ahora las políticas para mujeres son “proteccionistas, de dádivas”.
La existencia de solo un albergue para mujeres maltratadas en el país, dice la psicóloga social, desnuda las fallas del Estado en cuanto a defender los derechos de la mujer.
La cercanía del maltrato
La integrante del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, Hisvet Fernández, desglosa las claves para saber cuando se está en peligro:
-Sentir temor ante la figura masculina.
-Ser víctimas del control excesivo de la pareja, cuando acosa, cuando separa de la familia y las amistades.
-Cuando la dependencia es absoluta del hombre.
La recomendación, insiste, es no callar ningún maltrato, sea verbal o físico. Lo ideal es comunicárselo a alguien de confianza y denunciarlo ante las instituciones cuya misión es proteger los derechos de la mujer, como la Red Naranja Venezuela.