Una venerable mujer enviaba a kilómetros de distancia y ocasionalmente como ella la llamaba «agua congelada» en unas botellas plásticas a una familia que no tenía nevera ni congelador. El hielo al llegar a su destino ya estaba parcialmente derretido. Cuando el agua fría llegaba a la humilde vivienda y sus destinatarios la ingerían, la joven de la casa expresó: «Estas botellas son mágicas». Son como ríos de agua viva. ¡Explícate hija mía!, le inquirió su padre. La jovencita que padece una leve discapacidad, le expone a su padre: «Es que son fuente mágica de agua fría y están listas para saciarnos la sed». Son maravillosas, Dios bendiga a esa señora.
La jovencita mostraba un corazón agradecido hacia alguien que ni conocía ni trataba, que mantenía oculta su existencia no obstante manifestarse en reiteradas oportunidades con alimentos, vestimentas y hasta medicinas para esta familia, pero de bajo perfil siempre enviaba sus botellas mágicas en gestos de amor cristiano.
El padre le dijo; «Sí, hija mía, es la magia del amor cristiano, hay quienes de bajo perfil hacen y practican un verdadero amor cristiano. En silencio hacen el bien y contrariamente al refrán dan muchas nueces y hacen poco ruido».
La hija con los ojos llenos de esperanza le replicó dulcemente a su padre: Y este nuevo año ¿como te irá en el trabajo? Mi hermano y yo necesitamos de tu apoyo. Con la mirada puesta al cielo el padre le contestó: Bueno hija mía, antes de culminar el año bendije mi trabajo y fui leal como siempre, respetuoso y con humildad laboré, no obstante el poco trabajo y el menguado salario; pero antes de culminar el año mi espíritu se llenó de alegría al avizorar que se estaba haciendo justicia conmigo y que al parecer la maldad de algunos corazones se había disipado con las navidades y la mejor espiritualidad que la mayoría de los seres humanos parecemos experimentar en estas fechas; pero hija, a último momento la maldad mostró su juego y desmantelaron la oferta que me habían hecho y se repartieron entre amigos y roscas mis horas de trabajo.
Prosiguió el padre: Pude ver como muchos de mis compañeros de trabajo compraban los ingredientes de la cena de navidad, la noche vieja y el año nuevo; pero yo no pude ofrecerles a ustedes estos alimentos tradicionales, pues apenas alcanzaba para las medicinas de tu hermano.
Hija mía, mientras la bondad de manera silente se luce con amor cristiano, igual perfil utiliza la maldad para entre risas malévolas e intereses inconfesables, conjurarse en contra del prójimo, pues hasta hay quienes citan la biblia y a Dios recurrentemente y se creen justificados y salvos, pero sus actos son verdaderas blasfemias al mismo Cristo.
De cierto te digo hija mía, que quien te envía las botellas mágicas ha comprando todos los boletos para entrar al cielo y quienes me sabotean el trabajo aunque se encabriten por saberse descubiertos, se están comprando todos los boletos al infierno.
Querida hija mía, los celos profesionales son un enemigo silencioso, que la mayoría de las veces se manifiesta en actos anticristianos.
Hay quienes llevan a cuesta muchos pecados por los Cristos que han clavado. Pero al igual que la crucifixión del Nazareno, habrá muchos Poncios Pilatos que se laven las manos. En unos corren ríos de agua viva en sus seres en otros ríos de aguas putrefactas.
