El nuevo vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, potencial sucesor de Nicolás Maduro si el mandato del presidente fuera revocado, es un joven abogado de 42 años que se describe a sí mismo como «radicalmente chavista».
Nombrado este miércoles por Maduro, El Aissami prometió en cadena de radio y televisión trabajar para llevar al chavismo a un reencuento «con el pueblo» y defender a toda costa el «legado» del fallecido expresidente Hugo Chávez (1999-2013), en un 2017 que anuncia dificultades políticas y económicas.
«Tenemos que seguir recuperando lo que Chávez nos enseñó: gobernar obedeciendo el pueblo (…), es el socialismo la vía para la salvación de la patria, no el capitalismo, no es la burguesía, no es la derecha terrorista y criminal», aseguró El Aissami, quien se describe en Twitter como «militante del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y radicalmente CHAVISTA».
Uno de los hombres más poderosos del chavismo y, a la vez, blanco de ataques de la oposición por acusaciones sobre supuestos nexos con el narcotráfico, El Aissami reemplazaría a Maduro si perdiera un eventual referendo revocatorio.
El proceso hacia el referendo fue suspendido en 2016, pero la oposición promete retomar su ofensiva por «una salida electoral». Si Maduro es revocado después del 10 de enero -cuando se cumplen sus cuatro años de mandato-, el vicepresidente, por ley, debe concluir el período de seis años, que termina en 2019.
Maduro ha perdido popularidad por una grave crisis económica que podría profundizarse en 2017, cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la inflación llegará al 1.660%, en medio de una aguda escasez de medicamentos y medicinas. Ante ese escenario, el gobernante socialista apuesta por El Aissami.
«Es un hombre de absoluta confianza del presidente Maduro y también lo era de Chávez, quien le dio importantes responsabilidades», dijo a la AFP Juan Barreto, exalcalde chavista de Caracas.
Un polémico vicepresidente
Chávez siguió de cerca a El Aissami desde su época como dirigente estudiantil en la Universidad de Los Andes, donde se graduó de abogado. Su ascenso ha sido meteórico desde entonces: parlamentario en 2005, viceministro de Seguridad Ciudadana entre 2007 y 2008, y ministro de Interior entre 2008 y 2012.
Por ello, Cliver Alcalá Cordones, militar retirado que participó en el fallido golpe de Estado encabezado por Chávez en 1992 y hoy crítico de Maduro, cree que la tarea de El Aissami será mantener «el status quo», aunque alerta sobre su línea dura.
«Habrá abusos, persecución por pensar distinto. Es parte del status quo», declaró Alcalá a la AFP
La militancia izquierdista del flamante vicepresidente es herencia de su padre, Zaidan Amin El Aissami, cabeza de una familia sirio-libanesa que migró a Venezuela y se instaló en El Vigía (estado Mérida, oeste). Zaidan fue arrestado el mismo día de la intentona golpista de 1992.
El crecimiento de El Aissami como figura política ha estado salpicado de controversias. Según un artículo publicado en mayo de 2015 por The Wall Street Journal, es investigado por la justicia estadounidense -junto a otros altos funcionarios del gobierno venezolano- por presuntos vínculos con el narcotráfico.
«Si ellos sacan una sola prueba de todo lo que se nos acusa, yo pongo mi cargo a la orden», dijo entonces El Aissami, refiriéndose a la gobernación del estado Aragua (centro), que ejercía desde 2012.
Goles para la Revolución
Desde la gobernación, El Aissami tuvo una cercana relación con dos equipos de deporte profesional: Tigres de Aragua, vigentes campeones del béisbol venezolano, y Aragua FC, de la Primera División del fútbol local.
En 2015 protagonizó una increíble anécdota, cuando el Aragua lo anunció como fichaje, asignándole el dorsal 78 y la posición de delantero.
No llegó a jugar, pero dos años después Maduro quiere que anote el golazo político necesario para bandear la crisis.
«Ojalá sea una designación sabia. El vicepresidente mencionó un reencuentro con el pueblo, veremos si lo hace desde el sectarismo o desde una visión de amplitud, entendiendo que el chavismo es heterogéneo», deseó Barreto.