“El tiempo que dure este Gobierno será proporcional al tiempo que dure la oposición y factores descontentos del oficialismo en ponerse de acuerdo para sacarlo”.
Inicio mi artículo semanal con esta afirmación, que deriva de los resultados de estudios de opinión de los últimos meses y el resultado electoral de diciembre 2016, demostrando que 8 de cada 10 venezolanos quieren un cambio de gobierno, una cifra que viene aumentando al ritmo que crece la crisis económica, hoy convertida en humanitaria.
El descontento social es evidente, ahora bien, ¿por qué no somos capaces de canalizarlo en una acción constitucional y democrática que derive en un cambio de Gobierno? La respuesta es simple: “no hay direccionamiento, estrategia y objetivos comunes”. Hay un rebaño al que le imponen una ruta no deseada con unos pastores que no logran ponerse de acuerdo para guiarlo en el sentido al que aspiran.
Son muchos los factores que pueden explicar la falta de voluntad de estos pastores en ponerse de acuerdo, sin embargo, hace más de dos mil años los griegos nos advertían de dos graves problemas de la democracia: las facciones y la ignorancia e incompetencia de los políticos. Al respecto Platón decía que ambas características negativas representaban una maldición de extrema violencia y egoísmo, atribuyendo su origen a la discrepancia de intereses económicos entre los que tienen la propiedad y los que carecen de ella.
De acuerdo a esta concepción platónica, las facciones y los intereses económicos junto a la ignorancia e incompetencia de nuestros pastores, bloquean la posibilidad de que el rebaño camine en un sentido distinto al que aspira. Es importante aclarar que cuando me refiero a pastores, incluyo a Gobierno, oposición y todas las instituciones públicas y privadas encargadas de influir y direccionar al pueblo, responsabilidades compartidas en donde algunos tienen mayor responsabilidad que otros pero compartidas al fin.
En este camino de ignorancia, individualismo e intereses, el rebaño camina en sentido contrario a su aspiración democrática, el cardenal Urosa, en días pasados declaro que las demandas del pueblo no han sido atendidas y afirmaba que el bloqueo que mantiene el Gobierno sobre la Asamblea Nacional nos convierte es una Dictadura real, en la misma línea pero con su lenguaje característico, Fernando Mires nos advierte que: “la Asamblea Nacional es el órgano constitucional deliberante del pueblo mayoritario y de los partidos de la MUD. Unidos todos en la acción frente a objetivos comunes claramente trazados tienen amplias posibilidades de impedir que en Venezuela el castrismo, disfrazado de madurismo, logre echar nuevas raíces”.
Al último comentario de Mires solo debo agregarle, que la articulación que necesita el país, trasciende a la MUD, en ella deben confluir, como lo indique al inicio de este artículo, todos los factores públicos y privados que ejercen liderazgo sobre la población, más aun si la MUD y todos los partidos unidos no representan, según las últimas encuestas el 20 por ciento, de tal manera que los líderes nacionales, representados hoy en mi artículo como pastores, tienen la responsabilidad de superar sus limitaciones a través de la trascendencia y corregir el rumbo, guiando de esta manera al pueblo (rebaño) hacia el camino democrático que aspira y desea.
@lombardijose