Un primero de enero de 1904, nos llegó el abuelo, no venía de lejos, venía de Carora, este querido viejo, allí vio la luz, comenzó a dar sus primeros pasos y fue haciéndose grande.
En su largo peregrinar, fue dando frutos y así llegó a la ciudad crepuscular, poco a poco su grado de influencia, cada vez, ha sido mayor, como todos y cada uno de sus años de feliz existencia.
Por eso no estoy hablando de un abuelo cualquiera, sino de uno, quien con sus cenizos cabellos, cada vez es más fuerte y vigoroso, respaldado por una inmensa familia, la de Barquisimeto, que se ha ganado su respeto.
A esta gran familia le ha dado identidad y sentido de pertenencia, ya que al hablar de la Capital Musical de Venezuela, obligatoriamente hay que enumerar, entre otros, a la Divina Pastora, sus crepúsculos, los Cardenales de Lara, el Obelisco, el Tamunangue y su diario EL IMPULSO.
Este es el abuelo, echado andar por Don Federico Carmona, quien no se equivocó en vislumbrar hace más de cien años, un “diario de intereses generales” y comenzó a darle vida al periodismo diario que ha trascendido de generación en generación.
Este abuelo ha abrigado cada uno de nuestros días con sus amplias páginas, ha abrazado cada uno de nuestros amaneceres y nos ha enseñado a leer y a soñar, nos ha llevado a viajar por el mundo, sin ni siquiera movernos de aquí, mostrándonos lo que pasa en nuestra acera y en la de enfrente; su misión de educar a través de su pluma y ejemplo, la de informar con precisión e hidalguía y la de entretener con criterio y creatividad, está más que cumplida.
En la casa editorial de mi abuelo, particularmente logré coronar con éxito mi etapa de pasantías periodísticas tanto en redacción como en la página Web, ha sido sede durante cinco años consecutivos de los conciertos que organizamos del Ciclo de Jazz Música Oculta, de la celebración anual del Día Internacional del Jazz promovido desde la Unesco, y a su vez, su escenario me ha sido plataforma como actor, productor y presentador.
Hoy quiero que sepas abuelo, que cuentas con todos y cada uno de nosotros tus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos… El arribo a tus 113 años, nos da mayor IMPULSO para seguir adelante, mirarnos en tu espejo y no declinar.
Cuando leímos tu carta de fin de año, este 31 de diciembre, compartimos el mismo clamor y sabemos que esto, sólo será momentáneo, “no podrán callar la conciencia”, porque, aunque físicamente no estás ahora sobre el papel, los hechos hablan por sí solos y no podrán tapar la dantesca realidad que actualmente nos lacera como nación; claro viejo, por eso es que no hay papel, por el “papelón”, que ellos hoy protagonizan.
Tranquilo viejo, recuerda lo que siempre sentenciaba la abuela, “a las personas mayores hay que respetarlas” y “el que le pega a su familia se arruina”; por todos es bien sabido, lo fuerte que le han pegado a la familia venezolana a lo largo y ancho de estos recientes 18 años.
Sé, que no te cansas de enseñar y por eso estamos aquí tus nietos en vigilia, firmes como tú, muy pronto te veremos y nos encontraremos de nuevo en la calle siendo el bastón y la voz de todos.
Hoy más que nunca, gracias por todo EL IMPULSO que nos das.