El último despojo de un gobierno tiránico arremete contra la historia larense. En los albores de un nuevo aniversario del diario El Impulso, el gobierno nacional, huérfano de espíritu democrático y atiborrado de rencor, busca destruir al gran periódico que significa la savia de una región que creció en sus páginas para hacerse un lugar estelar en la vida nacional. Con gran capacidad para soñar Federico Carmona, les regaló a los caroreños un diario en sobre dorado de fecundidad; que con el correr del tiempo se transformaría en un espacio en donde concurrirían todas las opiniones. Era una pequeña ciudad de horizontes atizados de cujíes y cardonales, calles de tierra profunda en donde se hundían las historias de labriegos confundidas con los murmullos de la Venezuela remota; que todavía acariciaba los machetes de las montoneras de ocasión. Aquella comarca estaba llena de la heroicidad del pensamiento. Se debatía profundamente sobre diversos temas. Un buen día Federico Carmona, abriéndose al horizonte, miró más allá de sus contornos agrestes; y se trajo su sueño hecho periódico a Barquisimeto, con la firme intención de hacerlo germinar en otras latitudes. En surcos de talento simpar colocó la semilla que dio frutos tan abundantes que la cosecha, venciendo todas las dificultades del tiempo, cruzó la frontera eterna para llegar hasta el puerto de los mejores rotativos del continente. Su línea editorial de indeclinable postura en favor de la libertad le consagró como una referencia obligada, un refugio para la azarosa empresa de mantener en alto los principios frente a la repetida pretensión de la tiranía de turno. Jamás ha claudicado cuando el poder omnímodo a tratado de seducirlo con la miel del chantaje, nunca quiso que sus palabras se convirtieran en complacientes cortesanas de la felonía, que creyéndose eterna podía manosear la dignidad de unos valores tan arraigados como profundos en la conciencia colectiva. Su miseria caerá y la misma será reseñada por las páginas que quiere asesinar.
El diario El Impulso es en definitiva parte estelar de nuestro estado Lara. Existe una unión tan profunda entre la entidad que lleva en su corazón el nombre del héroe epónimo Juan Jacinto Lara y un diario que naciendo allá se hizo latitud de todas las fronteras. Ambos salieron de las riberas del Morere para llevar libertad por diferentes vías. Un hombre atravesó intrincados caminos para acompañar al Libertador Simón Bolívar en la noble tarea independentista de América. El Impuso utilizó la palabra para mantener incólume el legado histórico de un compromiso inalterable con esa libertad. Son ejemplos que se cruzan cuando las dictaduras se asoman con sus arrebatos propios de los desvaríos del poder. Son esos minúsculos seres que henchidos de prepotencia quieren liquidar la historia quemándola en su mediocridad. Este periódico nació para hacer historia, ellos son el accidente de la misma. El tropiezo en una sórdida noche cuando unos sujetos se alzaron contra la constitución, buscando despojar del poder a quien llegó producto de unas elecciones libres. Horas en donde reinó la oscuridad que todavía envuelve las espesuras de la actualidad. Son los encubados de rencor que anhelan ver al diario arrodillado o convertido en la mediocre expresión de sus insulsos medios. Llenos de galimatías de pesado fardo, hijos de la lisonja barata y el pisoteado gamelote del muladar.
Mi padre Juan Cambero me enseño a leer en estas páginas. Mi madre Teresa me llevaba el diario a la escuela Juan Manuel Alamo de Duaca: tenía siete años. Siendo un joven iba al viejo edificio de la carrera veintitrés a llevar las columnas de mi primo Francisco D´Amico, recuerdo me quedaba mirando a los periodistas escribir sus notas, admiraba profundamente a aquellos hombres a los que leía con verdadero deleite un día después. Pasado el tiempo me imaginé siendo uno de ellos: logré hacerlo con los años, allí hice mis pasantías. Mientras años atrás ya la temida ponzoña del Ojo del Escorpión hacía de las suyas.
Desde los más oscuros rincones surgía para analizar los acontecimientos desde su óptica. El éxito que hemos logrado es impresionante. No existe día en donde alguien no me comunique que es lector de la columna. Le imprimimos un estilo contundente y diferente. Jamás hemos suavizado contenidos para complacer al poder, eso lo aprendimos en El Impulso. La columna va para once años ininterrumpidos sin dejar de comentarlo todo como lo aprendidos en mi casa periodística. Siempre manteniendo una conducta inalterable. Eso nos compromete a seguir luchando desde estos espacios para lograr el cambio definitivo en Venezuela.
El Impuso es el corazón de Lara. Ningún tirano podrá sacarlo del alma de su pueblo, en las páginas profundas del sentimiento seguirá siendo la guía de la conciencia de una región que habla a través de su pensamiento…