El papa Francisco paseó la noche del sábado por la Plaza de San Pedro durante las últimas y frías horas de 2016, intercambiando saludos de Nochevieja con los fieles.
Francisco se abrió camino entre la multitud para rezar frente a un nacimiento de tamaño natural luego de encabezar las tradicionales oraciones vespertinas dentro de la Basílica de San Pedro.
A lo largo del camino, el pontífice se detuvo para besar en la mejilla a los niños y estrechar la mano de los asistentes, aceptando de vez en cuando pequeños regalos que entregaba a sus guardias de seguridad. La gente en la multitud tomó fotografías del pontífice con sus celulares y tabletas.
Durante las oraciones, el papa llamó a los fieles a ayudar a los jóvenes a encontrar un propósito en el mundo, recalcando la paradoja de «una cultura que idolatra la juventud» y que, sin embargo, no ha hecho lugar a los jóvenes.
«Hemos condenado a nuestros jóvenes a no tener ningún lugar en la sociedad, porque los hemos empujado lentamente a los márgenes de la vida pública, obligándolos a emigrar o a pedir trabajos que ya no existen o que no les prometen un futuro», dijo Francisco.
Más que pedirles responsabilidad, el papa dijo que el mundo tiene «una deuda» con los jóvenes porque se les ha privado de «trabajo digno y genuino» que les permita participar en la sociedad, condenándolos a «tocar puertas que para la mayoría permanecen cerradas».