Inconformes con haberlo golpeado fuertemente en la cara los victimarios de Marcos Antonio Serrano Alvarado, de 60 años, viéndolo debilitado en el suelo pusieron en marcha el vehículo donde se movilizaban para pasar las ruedas por encima de las piernas y parte del abdomen.
Pese a la gravedad de las lesiones, Serrano todavía respiraba cuando los vecinos de Villa Variquisimeto, al oeste de Barquisimeto, salieron de sus casas alertados por otro habitante de la zona que lo vio en la calle seis cuando iba a cortar leña, ayer a las 7 de la mañana, aproximadamente.
Los habitantes se apresuraron en buscar ayuda. Llamaron al puesto de la Guardia Nacional Bolivariana más cercano, a emergencias, a la Policía Regional y al Centro de Atención Integral del barrio Bolívar, pero allí les advirtieron que no había ambulancia ni insumos. Solo respondieron al llamado los funcionarios de Polilara, pero cuando llegaron, los voluntarios ya lo habían inmovilizado sobre una tabla para llevarlo al Seguro Social Pastor Oropeza.
Serrano, relataron los vecinos, intentaba pronunciar palabras, pero el dolor no se lo permitía. El organismo terminó de colapsar en el camino hacia el centro asistencial. Allí, los médicos le tomaron las pulsaciones y no encontraron respuesta. Eran las 8 de la mañana. Había agonizado, según los cálculos de los residentes de Villa Variquisimeto, unas dos horas y media.
En la comunidad no escucharon detonaciones ni por la noche ni en la madrugada. El único ruido extraño que los inquietó fue el de un vehículo dando vueltas por las calles del fondo del urbanismo. Por eso, creen que a Serrano lo traían golpeado dentro del mismo vehículo que lo arrolló, presuntamente, un Spark, y lo dejaron moribundo en el sitio.
El hombre llevaba puestas unas botas rústicas, pantalón y chemise roja con rayas. No llevaba más pertenencias que la licencia de conducir y la cédula de identidad de una mujer, probablemente de una hija.
Hasta las 10 de la mañana ningún familiar había acudido a reconocer el cadáver. Las personas que lo socorrieron llamaron al único número de teléfono que llevaba consigo Serrano escrito en un papel. El interlocutor dijo desconocer quién era Serrano.
El trecho donde dejaron malherido a Serrano es usado con frecuencia por los delincuentes para abandonar a los propietarios de carros, después de robarlos, pero siempre les respetan la vida. Por eso, el suceso de ayer, sorprendió a los vecinos.
Lo esperaba desde el 24
El 24 de diciembre, Lucía Pernía se despidió de su esposo Cristóbal Silva, ambos buhoneros, antes de que él se encaminara a entregar una mercancía y a compartir unos tragos con unos conocidos.
Ella decidió adelantarse a la casa que compartían en El Cercado para alimentar a los tres hijos. Esperó a Silva toda la noche, pero no se preocupó en demasía porque cuando salía no demoraba más de un día en regresar, ebrio o no, dijo Pernía, siempre llegaba a casa.
La angustia apareció cuando transcurrieron las horas y Silva seguía sin aparecer.
La mujer se comunicó con los conocidos de su esposo, pero ninguno supo el paradero del hombre. Por medio de terceros era la única manera de ubicarlo, pues no poseía celular.
Sin pistas de su pareja Pernía decidió salir a buscarlo en los centros asistenciales pensando que podía estar herido. Incluso pensó en buscarlo en las comisarías por si lo habían detenido en alguna pelea, pero antes de completar la ruta, en la emergencia del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda le notificaron del ingreso de un hombre, con el mismo nombre, muerto por arrollamiento, en la avenida Venezuela con 14. Silva, dijo la esposa, llevaba consigo 60 mil bolívares en efectivo de las ventas en el puesto informal que atienden en la avenida 20.