Después del Acuerdo de la Mesa del Diálogo surgió la interrogante de si el Jefe de Estado estaría en condiciones de ordenar que se proceda a la liberación de los presos políticos y al regreso de los exiliados, porque todo indica que el gobierno de Nicolás Maduro reafirma cada día su carácter autoritario.
En un país democrático conmovido e indignado por la revelación la Navidad es momento de reflexión o recogimiento cristiano, la amnistía y la reconciliación en el mundo político, se hagan presentes como símbolos de grandeza humana y de espíritu americanista de gobernantes y gobernados, que buscan crear un clima de paz y sosiego sin dejar de pensar distinto. La iniciativa generalmente la toman los gobernantes, por lo que los familiares de los detenidos y exiliados pierden la esperanza, en la Venezuela autoritaria, de pasar navidades junto a los suyos.
La decisión del Presidente de liberar a los presos políticos y permitir el regreso de los perseguidos, no sólo sería una de las más sencillas y magnánimas a tomar, sino también la demostración de que puede controlar la pugna entre grupos militares y civiles que tratan de controlar el poder.
El Presidente Maduro no tiene justificación política para mantener en prisión y en el exilio a centenares de venezolanos que piensan distinto a él, cuando la oposición ha adoptado como política fundamental participar en elecciones y preservar la democracia.
A estas alturas del mandato de Nicolás Maduro, después que Venezuela ha sido expulsada de Mercosur, resulta inconcebible continúe su política violatoria de la libertad, del debido proceso y de los derechos constitucionales que prohíben la tortura y el secuestro, que se perpetúen los atropellos a la ciudadanía.
De nada han valido las denuncias de la gravedad que atraviesan algunos presos políticos con respecto a su salud, creemos necesario dejar constancia que desde diferentes posiciones ideológicas se le ha solicitado un gesto de comprensión acerca del sufrimiento de los familiares y del peligro de muerte que enfrentan varios presos políticos, la mayoría por órdenes que el propio jefe de Estado le ha dado públicamente a algunos jueces provisorios e incondicionales.
De no producirse la liberación de los presos políticos en estos últimos días de diciembre, estaríamos en presencia, no sólo de una burla cruel en lo que respecta a los familiares, que esperan esperanzados pasar la Navidad al lado de sus seres queridos, sino también del Vaticano, Unasur y en el mundo político democrático, porque sería echarle gasolina al fuego de la violencia y cerrar los caminos de la reconciliación de los venezolanos por tiempo indeterminado.
De allí que hasta por razones humanitarias, como lo hacía el dictador Juan Vicente Gómez, como por un futuro político de convivencia civilizada, en cuyo escenario cada ciudadano pueda expresar libremente y por los medios a su disposición, sus ideas, su pensamiento, tal como lo establece la Constitución Nacional Bolivariana, el gobierno debería aprobar la liberación de los presos políticos en esta Navidad.
Y finalmente es necesario registrar que todavía la Constitución Nacional está vigente, a pesar de los violaciones que ha sufrido por un gobierno autocrático, empeñado en transitar un rumbo en el cual fracasaron decenas de países dirigidos por gobernantes sectarios, intolerantes y dogmáticos que pretendieron obligar a la mayoría de sus gobernados a actuar contra la condición libertaria del ser humano, imponiéndoles un socialismo o comunismo a la cubana, que los igualaba a todos en la miseria, algo que la Venezuela de hoy y el mundo democrático no tolerarán sin resistencia.