Unos amigos, de esos que crecen junto en un mismo sector, compartían unos tragos reunidos en una esquina de la urbanización Las Nieves, al norte de la ciudad, cuando se apareció un carro y desde el interior alguien disparó contra el grupo.
Un proyectil perforó en el cuello a Asdrúbal José Ledezma Rodríguez, de 22 años de edad. Los médicos intentaron estabilizarlo en la emergencia del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda, pero fue una labor infructuosa. El corazón se detuvo.
Quienes acompañaban a Ledezma la madrugada de este jueves, cuando lo balearon le informaron a la madre que de pronto vieron que se desplazaba veloz en dirección a ello un Toyota Corolla negro de vidrio ahumados. Les pareció sospechoso y corrieron despavoridos. Ninguno supo dónde intentó ocultarse Ledezma. Una vez que el carro desapareció vieron al muchacho malherido y lo llevaron al centro asistencial.
Antes de sentarse junto con los amigos,Ledezma había llevado a casa a la hija de un amigo, a quien se había comprometido cuidar después del fallecimiento de su padre en un accidente en moto que tuvieron juntos.
“Era muy sensible”, atribuyó la mamá como uno de los más valiosos atributos de Ledezma. “Prefería quedarse sin un bocado para darle a los demás” dio como ejemplo para describir la nobleza que veía en la conducta del joven. Desconoce si tenía algún enemigo.
Entre las últimas promesas que le hizo, recordo la madre, fue ayudarla con los gastos de una operación. También tenía planes de viajar a Colombia y de vende prendas de oro.
El esclarecimiento del caso decidi dejarlo reposar en la fe: “Le dejo la justicia a Dios, ya que terrenal no hay, se lo dejo a Dios”.